UN DIAGNÓSTICO POCO HABITUAL

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Esta mañana al levantarme he sentido como algo en mi interior no iba bien, me apresuré a asearme, vestirme y con una sólo taza de café con leche, me dispuse ir a mi centro de salud para pedir hora con mi médico de familia.

A la entrada del centro encontré al doctor que me saludo amablemente y me preguntó si me pasaba algo, porque según él “la cara es el reflejo del alma”. Le expliqué brevemente lo que sentía y me emplazó a su consulta.

Para que me tocase la vez tendría que esperar un par de horas, motivo por el cual decidí salir para hacer un par de gestiones que tenía pendientes, entre ellas presentar mi declaración de la renta, por supuesto, positiva a favor de la agencia tributaria, aspecto que del todo no entendía, pues, a pesar de haber ganado menos que el ejercicio anterior al que ésta se refería, en la que me devolvieron, ahora me tocaba pagar. Así serán las cosas, pensé resignadamente, ¿qué podía hacer?.

La siguiente gestión fue ir al banco para poner al día mi cartilla de ahorro, qué eufemismo ¿verdad?, de ahorro, ¿quién puede ahorrar en estos tiempos que corren?, y “zags”, otro nuevo sobresalto, me habían cargado la comisión de mantenimiento de la cuenta corriente; ¿cómo se explica esto?, ¿les dejo mi dinero para que operen con él y encima me cobran?. Por supuesto que manifesté mi cabreo ante el director de la sucursal al que amenacé de cambiar de banco. Ni se inmutó, con una mueca de sonrisa me dijo que yo sabría lo que hacía, pero que, en todos los bancos y cajas de ahorro me iban a cobrar, igualmente, esa comisión. No me tocó otra cosa que volver a resignarme debido a que  mi amenaza poco trayectoria podría tener teniendo en cuenta el poco dinero de mi cuenta, lo suficiente para hacer frente a mis pagos domiciliados.

 

“La siguiente gestión fue ir al banco para poner al día mi cartilla de ahorro, qué eufemismo ¿verdad?, de ahorro, ¿quién puede ahorrar en estos tiempos que corren?”


Cuando salí a la calle para dirigirme a la cita que tenía concertada en el centro de salud, sentí que aquel malestar con el que me desperté me estaba causando una opresión en el pecho que, a penas, me dejaba respirar. Entré en un cafetería que me pillaba de camino y pedí una manzanilla mezclada con una tila, para ver si de esta manera dicha sensación de ahogo remitía. Sin embargo, empecé a sudar, tal vez por el calor de la infusión, o  no, así que pedí abonar mi consumición para salir cuanto antes a la calle a que me diera el aire y, de nuevo, otro nuevo sobresalto para la colección, 1,90 € por tomar agua hirviendo teñida del contenido de dos bolsitas que en el “super” no llegan a 15 céntimos. No me molesté en protestar, ¿para qué?, además no tenía ganas ni fuerzas para ello, sólo deseaba salir a la calle para sentir la brisa de la mañana de este frio día del mes de abril en mi rostro.

pequeña sala de espera médica
sala de espera abarrotada

Parece que, a medida que iba caminando mi estado iba mejorando, eso si, sin dejar de sentir la opresión a la que antes me he referido. Finalmente llegué a mi cita médica, faltaba menos de quince minutos para que llegase la hora que me habían dado. Busque un asiento en el que poder descansar en una sala de espera abarrotada de personas, con luz artificial y sin ningún tipo de ventilación más que unas pequeñas rejillas en la pared a poca altura del suelo, eso sí, la calefacción a tope y una mezcolanza de olores humanos, como no puede ser de otra manera, por el calor y angosto lugar, y no encontrando ningún sitio libre en las  filas de asientos que se distribuían en aquel espacio, decidí sentarme en unos escalones que daban acceso a una estancia superior, donde había más personas sentadas esperando igual que yo su turno. Pronto me di cuenta que la cosa llevaba cierto retraso al ver el  cabreo de algunos y algunas, hartos  de aguardar, así que me decidí a preguntar de cuanto era el retraso; casi una hora me respondió una amable y joven mujer que con su hijo dormido en brazos estaba sentada a mi lado. Así que decidí aceptar, otra vez resignado, la situación, y para entretenerme saqué mi móvil del bolsillo con cierto automatismo imitando a casi el noventa por ciento de las  personas que esperaban, y empezando a leer las noticias en algunos medios digitales, como siempre nada halagüeñas, volví a sentir aquella opresión en el pecho que dificultaba mi respiración. La misma mujer de antes se percató de mi situación al ver que mi cara mudaba de color y que el sudor  recorría mi frente y la parte de atrás del cuello, empezando a empañar mi camisa; sentí su voz lejana preguntándome  si me encontraba bien, y no recuerdo más que despertarme tumbado en una camilla viendo una luz blanca en el techo y con una enfermera a mi lado tomándome la tensión, a la vez que me pedía tranquilidad porque había tenido un síncope vasovagal que me había hecho perder el sentido.

“No hay mal que por bien no venga”, pensé, al haber adelantado de esa manera mi turno. El doctor entró en el lugar donde me encontraba y ayudándome a levantar me traslado agarrándome del brazo hasta la dependencia contigua donde se encontraba su consulta, y tras hacerme una sería de preguntas y un electro con resultado aparentemente normal me dijo que yo tenía el “mal de español”, ¿el mal de español?, respondí yo ante un diagnóstico tan “inhabitual” –no se me ocurre otra forma de llamarlo-, y, ¿eso que significa doctor?, volví a preguntar, y con una pequeña sonrisa en sus labios y cierta cadencia en sus palabras respondió, sí, tienes el mal del español, el mal de estar harto, de tener que aguantar el vivir en un mundo en el que los de arriba pisotean a los de abajo, donde no hay trabajo, y quienes lo tienen  es en situación de abuso o explotación, donde el sistema público de salud, un día considerado como uno de los mejores, no funciona de manera adecuada, donde nada más pueden estudiar los “hijos de papá”, donde la presión fiscal es inaguantable, máxime si la comparamos con la de tantos sinvergüenza que esconden su dinero en paraísos fiscales o se benefician de indultos de la misma naturaleza, donde los políticos un día y otra nos repiten las mismas monsergas de echar la culpa a los demás, mientras el país sigue sin gobierno y en decadencia…

“me dijo que yo tenía el “mal de español”, ¿el mal de español?, respondí yo ante un diagnóstico tan “inhabitual” –no se me ocurre otra forma de llamarlo, y, ¿eso que significa doctor?, volví a preguntar, y con una pequeña sonrisa en sus labios y cierta cadencia en sus palabras respondió, sí, tienes el mal del español, el mal de estar harto”

Sí, volvió a repetir el doctor, tienes un hartazgo agudo, contra el cual no hay otra medicina que la de aconsejarte tranquilidad y paciencia. ¿Tranquilidad?, respondí; yo no puedo doctor, no me lo puedo permitir…, a lo que me replicó: amigo mío, como dijo Mahatma Gandhi: “perder la paciencia es perder la batalla”.

 

7 COMENTARIOS

  1. Los que luchamos desde hace tiempo por cambiar el sistema nos hemos sentido muchas veces de esa misma manera que describe el autor del artículo, sobre todo cuando vemos que los falsos mesías no están haciendo nada por cambiar las cosas, parece que, como los partidos de siempre lo único que buscan es la oportunidad, el ocupar sillones; en definitiva, son unos auténticos oportunistas. El tema está en si merece la pena seguir en la lucha porque al parecer en este país a la gente le va el morbo y según los resultados de las últimas elecciones siguen deseosos que les gobiernen los corruptos. En fin, que ni por un lado, los que dijeron ser hijos del 15M (podemos) ni por el otro, no hay quien se fíe de nada, y al final quien se llevará el gato al agua será ciudadanos, o sea, la derecha otra vez.

    • Espero amigo Arcadio, que te equivoques de pleno en tu escueto razonamiento…
      Soy apolítico aunque lamentablemente cuando nos ha correspondido opinar, siempre he votado al partido que se llevaba el gato al agua, es decir, UCD, PSOE, PP, y lo que iba correspondiendo en cada cuatrienio, lo que significa claramente que era simplemente otro pez del banco de peces, de los que mordía el anzuelo…
      Afortunadamente ahora, tras haberme curtido en las batallas del conocimiento, con la lectura de la terrible podredumbre de la corrupción que nos ha invadido como termitas y gobernado desde que se declaró oficialmente la supuesta democracia en este país, TENGO MUY CLARO A QUIENES NO DEBO VOTAR…
      Evidentemente absolutamente todos los gobernantes que han ejercido algún cargo en el poder, hayan formado parte del gobierno que hayan formado parte, no merecen ni un solo minuto más de mi confianza, por lo tanto PP, PSOE y C’s (sucedáneo de más de lo mismo, que con tal de estar en la cresta de la ola pactan con cualquiera, eso es absolutamente INDECENTE), deben tener muy claro en esta ocasión que no van a contar con mi VOTO.
      Sinceramente opino que es PODEMOS, quien con ideas total, completa y absolutamente distintas a las de quienes nos han mal y míseramente gobernado hasta ahora, y con clara intención de salvar personas y no bancos, es a quien debemos apoyar, perdiendo el miedo que pretenden imbuirnos los tres partidos mencionados…
      Es a PODEMOS a quien debemos otorgar nuestra confianza, dejándoles hacer, confiando ciegamente en Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y demás equipo de personal sobradamente competente y capacitado, que te aseguro gobernarán el país de forma diferente, sin corrupción, de forma honesta, modificando a infinitamente mejor el modo de vida para el pueblo, con un salario mínimo interprofesional mucho más digno que el que hasta ahora nos han mantenido los dos grandes partidos, poniendo contratos laborales mucho más adecuados que los actuales basura que tenemos, con horarios de trabajo alejados de la esclavitud a la que nos han tenido sometidos los dos grandes partidos y un sinfín de cosas más que no voy a eternizarme en referir aquí, pero desde luego amigo Arcadio todos sabemos porque lo hemos estado sufriendo en nuestras propias carnes…
      No tengas la más mínima duda que si queremos que este país cambie a mejor para el pueblo, debemos votar PODEMOS, porque es el único partido capaz de realizar los cambios que necesitamos y que todos desearíamos…
      No seamos borregos… No creamos la voz de los “lobos” con piel de cordero que nos quieren hacer creer “que viene el lobo” y lo único que pretenden es eternizarse en el gobierno para su propio beneficio, ya que el pueblo le importamos una mierda…
      Tengamos muy claro que los lobos verdaderamente han sido ellos que se lo han llevado crudo y nos han tenido en el más mísero de los abandonos, percibiendo ellos unos salarios estratosféricos y con unos privilegios vergonzosos y salvajes a los que cualquiera les mete mano perpetren la tropelía que perpetren… Están super protegidos contra cualquier delito que cometan o hayan cometido… No hay forma de que paguen con cárcel, ni de hacerles devolver todo lo robado…
      Seamos inteligentes y démosles la fuerza suficiente con nuestros votos a PODEMOS, para que puedan y podamos conseguirlo…
      Piénsalo bien amigo Arcadio… Como dicen los de cierta cadena de ventas, YO NO SOY TONTO… Espero que haya muchísima más gente que al igual que yo, y espero que tú también, se dé cuenta de la carcoma que hemos tenido hasta ahora con los gobernantes del bipartidismo, y sepa ver la oportunidad de cambio que se nos presenta ahora gracias a “PODEMOS”…
      Un saludo.

  2. Estamos en un Mundo del revés , los ladrones corruptos que saquean España y no son pocos están sueltos, campan a sus anchas y son los más votados . No sé como no nos da un infarto a todos los que no estamos de acuerdo con ellos . Abrimos una cuenta con nuestro dinero del cual se va a beneficiar el Banco y nos cobran una cantidad por negociar con lo que es nuestro . Si éste no es un Mundo sin sentido que venga el que quiera y se atreva a decirnos lo contrario.

  3. Me gusta Podemos y votaré a Podemos, pero me temo qué españa dejó de ser un País Soberano para convertirse en un satélite expoliado por las grandes corporaciones financieras.Bruselas manda y se hace lo qué Bruselas dice

  4. Juan Antonio, el problema que tenéis los de PODEMOS, al igual que el resto de paridos que os creéis diferentes a los demás, y sois más de lo mismo, un partido no un movimiento político con dijisteis al principio. Hijos del 15M, ja,ja,ja… eso no es lo creéis ni hartos vinos. También os habéis hecho propietarios de las mareas, ja,ja,ja.. Sois un partido al estilo soviet, que no admitís críticas, es más cuando os las hacen, hasta a la prensa la atacáis, luego hacéis lo de siempre, al día siguiente para quedar bien con la opinión pública dais un abrazo al periodista de turno y aquí no ha pasado nada. No sois capaces de llegar a acuerdos, preferís que se repintan unas elecciones, y todo porque no os han dando cuatro o cinco sillones. Claro es que queréis “cambiar el sistema desde dentro”, y preferís unas nuevas elecciones, con el coste que ello implica, cuando el pueblo el 20D pidió por el resultado obtenidos acuerdos, no imposiciones. Mucha suerte, pero no intentes darme lecciones de democracia, porque vosotros no la habéis inventado y aunque así fuese hay gente que pensamos de otra manera a vosotros, porque somos el verdadero 15M. Y como aquí se trata de comentar lo que ha escrito Feliciano Morales, sólo tengo que decir, lo que dije antes, todos los que estáis en política estáis haciendo un circo mediatice de todo esto, cansino, muy cansino… hasta el hartazgo…

    • De nuevo te equivocas amigo Arcadio…
      Si lees bien mi razonamiento te darás cuenta que te dije “SOY APOLÍTICO”. No soy político, no pertenezco ni estoy afiliado a ningún grupo político. No como ni voy a hacerlo nunca de la política. Al igual que yo no te puse ninguna etiqueta, tampoco me parece correcto que tú lo hagas conmigo… Te he respetado y creo que merezco como mínimo el mismo trato. Simplemente expuse mi razonamiento (equivocado o no) acerca del encauzamiento de mi voto. Allá cada cual con su conciencia.
      Un saludo.

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