SOY UN ANTISISTEMA PORQUE NO ME QUEDA OTRA

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Joven Antisistema
No es broma. No se si ustedes se han dado cuenta, lo que está sucediendo en España es muy grave; el deterioro institucional, la corrupción y el problema territorial, están convirtiendo a nuestro país no sólo en un hazme reír de los países de nuestros entorno, de los países occidentales, en general, sino también  en un país   donde la convivencia cada vez va a ser más difícil .

Si a esto unimos la decadencia social, con origen, a su vez, en la propia decadencia del  ser humano, a todos los niveles, estamos ante una bomba que puede explosionar en cualquier momento.  No porque ciertos jefes de Estado con cierto desequilibrio mental o investidos de no se qué aura que casi los hace semidioses, estén dispuestos a pulsar el botón de lanzamiento; sino porque somos nosotros los que estamos perdiendo el Norte, los seres humanos viviendo en una globalización de ideologías, o mejor dicho, de manipulación ideológica,  en donde cualquier cosa vale, habiéndose llegado al absurdo de que si no pensamos como nos dicen que tenemos que pensar, no cabemos en el sistema.

Sí, por eso, desde hoy me declaro públicamente antisistema, no por voluntad propia, que también, sino más bien por imposición. A ver si me entienden o consigo explicarme para hacerme entender, si no doy la razón a pies juntillas a unos, estos te consideran de los otros; y lo mismo los otros. Quizá venga mejor un ejemplo para entendernos mejor: si critico a los de la derecha estos me consideran como un rojo, perroflauta, sin valores y, si por el contrario, critico a la izquierda, estos me consideran un fascista de tomo y lomo.

Y, luego están los iluminados e iluminadas, tanto de un lado como del otro, que se creen con el derecho a darte lecciones de democracia, o presumiendo ser de un rojo más intenso que los demás o un patriota, aunque con cuentas en Suiza. Estos, quizá sean los más peligrosos, porque se creen estar por encima de los demás varios peldaños y, su crítica, hacia el mundo que le rodea  lo es desde la superioridad de su mesianismo, sino personal al menos de sus ideas políticas, que en algunos casos distan mucho de ser consideradas ideologías.

Esto es decadencia, aunque disfrazada de ciertos nombres como “progresismo”, bajo el cual todo vale en nombre de la libertad; libertad que, dicho sea de paso, no saben usarla, porque las reglas para ellos no valen por ir en contra de la propia libertad. Así que, no nos queda otra que inventamos nuestras propias normas, eso sí, en caso de no ser aceptadas los demás, los expulsamos de nuestro entorno, viviendo en un individualismo egoísta, intolerante y violento, donde el insulto y la descalificación por pensar diferente es la tónica habitual.

No estoy dispuesto a ser lo que los demás quieren que sea, o donde los demás quieran etiquetarme, y no lo estoy porque va en contra de la esencia del ser  humano, de su inteligencia y, por ende, de la libertad de pensar, decir y vivir, como me de la gana. Eso sí, con una regla infranqueable en ambos sentidos, que es el respeto.

Cuando uno pasa de medio siglo de edad y la vida, precisamente, no te ha tendido una alfombra roja para no mancharte los pies, me he dado cuenta que ninguna ideología es una panacea para ser feliz, que la libertad hay que trabajársela uno día a día, lo que implica que lo primero que tengo que hacer es respetar la libertad de los demás; su libertad de vida, ideológica, de pensamiento, sexual, de creencias, etc., etc., y admitir su opinión, aunque no la compartas con el respeto que debe caracterizar a un demócrata ante las opiniones contrarias

Llamémoslo adoctrinamiento lo que persiguen unos y otros, los de la derecha y los de la izquierda, es decir, que todo el mundo piense de la misma manera. Conseguir seres alineados, dóciles, fácilmente manipulables. Es por ello que, ante alguien que razona y argumenta se sienten perdidos y su propia frustración se vuelve contra el interlocutor discrepante, porque ello no saben hacerlo, su incapacidad mental de razocinio no se lo permite.

En definitiva, totalitarismos de izquierdas y de derechas donde no caben los discrepantes. Esta es la bomba a la que me refería, la que anula al ser humano adoctrinándolo. Así que síganme llamándome facha los de la izquierda y rojo los de la derecha por discrepar con ellos en ocasiones, desahogaros de vuestra propia incapacidad de razonar y respetar las opiniones contrarias; pero os aseguro, porque yo lo he vivido antes, al final no eres feliz. Cuando nos demos cuenta que tenemos que vaciar la mitad de nuestra botella, para poderla llenar de la sabiduría, del ejemplo, de la palabras, del consejo de otras personas que nos encontramos por el camino, pero que, por etiquetarlas, no les prestamos la atención que le debería haber prestado.

“Esta es la bomba a la que me refería, la que anula al ser humano adoctrinándolo. Así que síganme llamándome facha los de la izquierda y rojo los de la derecha por discrepar con ellos en ocasiones, desahogaros de vuestra propia incapacidad de razonar y respetar las opiniones contrarias”


En cuanto a los raquíticos mentales, pues que sigan con lo suyo, con el “tú más”, con el “tú hiciste”, porque tú “eres el culpable, u otras similares”; aquellos que se atreven a llamar sinvergüenzas a los demás cuando no son capaces de ocultar sus propias vergüenzas…, pues miren ustedes, que les den. Que sigan disfrutando de sus batallitas, de sus cotilleos… al fin y al cabo no se les puede exigir más.

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