SECTAS. ¿ES EL OPUS DEI UNA SECTA?

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El Opus Dei se fundó el 2 de octubre de 1928 por el hoy elevado a los altares San José María Escrivá de Balaguer. Según se cuenta en la página web que esta organización dedicada al santo, éste “Vio, de modo inefable, a personas de toda raza y nación, de todas las culturas y mentalidades, buscando y encontrando a Dios en su vida ordinaria, en su familia, en su trabajo, en su descanso, en el círculo de sus amistades y conocidos. Personas con el afán de vivir en Cristo, de dejarse transformar por Él, de luchar por la santidad en medio de sus ocupaciones habituales en el campo, en la fábrica o en el despacho, en todas las profesiones honradas de la tierra”

Pero, ¿Quién era José María Escrivá de Balaguer?.

José María Escrivá Albás (futuro Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás) nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José Escrivá y Corzán y María de los Dolores Albás y Blanc. Fue el segundo de seis hermanos; sus tres hermanas pequeñas murieron siendo niñas. El último, Santiago, nació en 1919 y falleció el 25 de diciembre de 1994 a los 75 años de edad. Cuando Josemaría cumplió dos años, padeció una enfermedad grave en la que se temió por su vida. Tras su recuperación, sus padres lo llevaron en peregrinación a la ermita de Torreciudad en cumplimiento de una promesa a la Virgen María por su curación. En los años 1960, Escrivá impulsó la construcción de un santuario de Torreciudad, que se terminó a mediados de la década de 1970.

En 1914 quebró el negocio del padre, que era un comercio de tejidos, quedando la familia en la ruina. Tuvieron que trasladarse a Logroño, donde su padre encontró un trabajo como dependiente. Escrivá continuó estudiando hasta acabar el bachillerato. En las Navidades de 1917-18, al ver las huellas de pasos de un carmelita descalzo en la nieve, quedó impresionado, y decidió hacerse sacerdote, ingresando en el seminario de Logroño como alumno externo en el mes de octubre de 1918.

En septiembre de 1920, se trasladó a Zaragoza. Algunos de sus compañeros del seminario de Zaragoza lo recuerdan como un joven despierto, inteligente y alegre, a la vez que muy piadoso, aunque también se conoce un testimonio opuesto, el de un compañero del seminario que lo describe como reservado y de temperamento rígido y distante.

En las navidades de 1922 recibió los grados de ostiario y lector, junto con los de exorcista y acólito. Sus superiores apreciaron sus dotes, al nombrarlo Inspector del Seminario -encargado de mantener la disciplina entre los seminaristas, tanto en clase como en los paseos- siendo un hecho insólito que designaran a un seminarista y no a un sacerdote para este cargo. En 1923, siguiendo el consejo de su padre, comienza los estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza.

Su padre, José Escrivá, muere en 1924, y Josemaría queda como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en varias parroquias rurales y luego en Zaragoza, con preferencia en la iglesia de San Pedro Nolasco, regida entonces por sacerdotes jesuitas.

Desde el punto de vista jurídico, el Opus Dei es una Prelatura personal de la Iglesia católica. Estructuradas jerárquicamente, las prelaturas tienen encomendada la realización de peculiares actividades pastorales.

La figura jurídica denominada prelatura personal fue prevista por el Concilio Vaticano II. El decreto conciliar Presbyterorum ordinis (7-XII-1965), n. 10, estableció que, para la realización de «obras pastorales peculiares a los diversos grupos sociales que hay que llevar a cabo en alguna región o nación, o en cualquier parte de la tierra», se podrían constituir en el futuro, entre otras instituciones, «peculiares diócesis o prelaturas personales».

¿Cumple el Opus Dei con los fines de la Iglesia Católica?

 

Es mucha la tinta gastada en analizar si el Opus Dei u Obra de Dios, ajusta sus cometidos a los fines y cometidos propios de la Iglesia Católica, siendo también muchos los detractores que afirman que en su funcionamiento no se ajusta, no solamente a los preceptos del Derecho Canónico sino a la nueva línea de actuación de la Iglesia marcada tras el Concilio Vaticano II, al que hemos hecho mención anteriormente.

Dicho de otra manera, el Opus Dei en cuanto a las formas, podríamos afirmar que sí cumplen con los preceptos de la Iglesia, para ello solo tenemos que analizar sus Estatutos Fundacionales, totalmente conformes al Derecho Canónico, sino, evidentemente no podría haber tenido su reconocimiento como prelatura; sin embargo, en cuanto al fondo las cosas cambian.

Así es, de puertas para dentro, el Opus Dei es algo bien distinto a lo que su fachada muestra, empezando por una forma de actuar que podría definirse como preconciliar, sobre todo en uno de sus aspectos, como es el de adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo. Así es, empezando por su lenguaje litúrgico en latín y celebración de la misa de espaldas a los fieles, pasando por una fe basada en el miedo, donde el pecado y la condena a las penas del infierno es el principal motor y y la única forma de redimir a los hombres y mujeres; hasta convertirse en siervos de dios como santos en el medio del mundo a través del quehacer diario.

“Así es, de puertas para dentro, el Opus Dei es algo bien distinto a lo que su fachada muestra, empezando por una forma de actuar que podría definirse como preconciliar

Aparte que, la idea de santidad a través del trabajo y en la vida cotidiana de los creyentes y practicantes católicos no es originaria del Santo José María Escrivá sino que, anteriormente ya había sido formulada  por San Ignacio de Loyola; podemos afirmar que esta organización es clasista, además de sexista.

Los miembros del Opus Dei se dividen en numerarios, agregados y supernumerarios, además de las Numerarias axuliares que atienden además la administración familiar o cuidado doméstico de todos los Centros de la Prelatura, viviendo, sin embargo, en una zona absolutamente separada.

Aparentemente y según los propios estatutos del Opus Dei, parece que la única diferencia entre unos y otros, estriba fundamentalmente en la mayor dedicación a la Obra, únicamente predicable de los numerarios y numerarias que viven en las residencias separadas de sus familiares, mientras que los agregados, entregando su vida plenamente a Dios en celibato apostólico y de acuerdo con el espíritu del Opus Dei, deben sin embargo atender necesidades personales, familiares o profesionales, que les llevan de ordinario a vivir con su propia familia.  Los supernumerarios, a diferencia de los anteriores que son célibes, estos se pueden casar, debiendo tener los hijos que Dios les dé;

Que, ¿dónde está el clasismo?. En primer lugar porque, quienes se reclutan para vivir en los centros o residencias de la Obra (numerarios y numerarias), son hijos de padres en buena situación económica que pueden sostener los gastos de residencias y de estudios de sus hijos, y se les ofrece más posibilidades de estudio y promoción profesional; mientras que los agregados, con la disculpa que son personas que deben contribuir al mantenimiento de los gastos familiares por provenir de familias más humiles, son tratados como socios de segunda, debiendo dejar una parte importante de su sueldo -en el caso de trabajar-, para la Obra. Clasismo que también se nos muestra en el caso de las numerarias auxiliares, convertidas en criadas de los primeros; lo cual también evidencia, por reservar el papel de la mujer las tareas propias del hogar, lo que evidencia un tratamiento y explotación sexista.

Además, la organización suele responder que las mujeres representan el 55% de sus miembros y que, al igual que los hombres, desempeñan cargos directivos, mientras que, la hora de elegir la cabeza de la “Obra” (el prelado) el voto de las mujeres es consultivo, mientras que el de los hombres es vinculante.

Cuando se trata de adolescentes los que están en el punto de mira del apostolado de los miembros del Opus Dei, se les autoriza a mentir a sus padres de su relación con la Obra y su vocación. Valga como ejemplo una cita del propio José María Escrivá: “Cuando se trata de cumplir la Voluntad de Dios, la familia (…) no debe contar (…). ¿Por qué hablar, sin necesidad, de nuestra vocación en nuestra casa, en nuestra familia?”, claro que siempre hay una referencia evangélica donde el mismísimo Jesucristo abandona a sus padres para ir a predicar a los sabios al templo, que cada uno interpreta a su santa voluntad.

De manera que -asevera  la persona que nos relata los hechos, ex miembro de la Obra-, “el aislamiento de los socios con el mundo exterior es total, a pesar de que algunos vivan con su familia o su mujer; debido a que, no sólo se nos prohíbe tener amistades con los demás socios, sino que el hermetismo hacia el mundo exterior de lo que es la Obra, es total. El apostolado está totalmente controlado y dirigido. Si no podíamos hacer amistad con los miembros de la obra con los que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, ¿de quiénes más podemos ser amigos, si se nos prohíbe las relaciones personales tanto dentro como fuera?”.

Esa misma persona, que prefiere el anonimato, nos relata en cuanto a la participación al sostenimiento de los gastos de los centros y residencias de la Obra, que conoce el caso de otro ex miembro que, “mientras permaneció a la organización, más de veinte años, gran parte de su salario fue destinado a la Obra, a pesar de las dificultades económicas de su familia; negándosele la Obra a su reciprocidad que se nos ofrece en caso de necesitarlo, en este caso por la declaración de incapacidad de aquel”. Añadiendo que “esta separación de la realidad de nuestras familias y del mundo exterior, nos hace totalmente vulnerables porque la única persona a la que, no sólo podíamos contarle nuestra vida, sino que teníamos el deber de contársela es a nuestros directores espirituales, uno laico y otro sacerdote; de manera que la manipulación en todos los sentidos estaban en sus manos”.

Todos sabemos que una de las conductas que es propia de las sectas es la del aislamiento de sus miembros de sus familias, con el objetivo de que el control sobre el sujeto que tratan de captar o han captado recientemente sea total y absoluto; de manera que, el abandono [de la organización] es difícil, porque significa romper con todo.  

La conexión con los directores espirituales en el Opus Die, crea tal dependencia, según nuestro informante que, no existe intimidad para los socios, toda su vida es transparente para quienes tienen la obligación de dirigir su vida espiritual, hasta el punto que la correspondencia personal es revisada antes de que se le entregue a su destinatario, y al decir “revisada”, enfatiza que quiere decir “leída y requeteleída”; cumpliendo con ello con el mandato del propio Santo que dijo “Los directores de la casa a que estén adscritos (numerarios y numerarias), se preocuparán con cariño (…) de leer las cartas que ellos reciban”, según instrucción dirigida a los directores de los centros.
 
“La conexión con los directores espirituales en el Opus Die, crea tal dependencia (…) que, no existe intimidad para los socios, (…) hasta el punto que la correspondencia personal es revisada antes de que se le entregue a su destinatario”

Por otra lado, la vida de un miembro del Opus Dei está programada desde que se levantan hasta que se acuesta, dedicándose aparte del trabajo y/o el estudio a rezos a lo largo de todo el día, incluida la Santa Misa -como ellos dicen-, diaria; oración de mañana y tarde, lecturas espirituales, rezo del Rosario en todos sus misterios, ángelus, visita al Santísimo, Preces de la Obra, apostolado. Y algo muy importante la mortificación del cuerpo para encauzar el alma por la senda de Dios.

Son muchas las mortificaciones o daños que se infieren a si mismos los miembros del Opus Dei, ello como modo de espiar por las propias culpas y pecados, así como la del resto del mundo, sometiendo al cuerpo al dolor de la misma forma que la hizo el hijo de Dios; siendo una forma de hacerlo mediante la colocación de un cilicio en el muslo, cuyas puntas se clavan en la carne, durante al menos dos horas; otra es golpearse con unas disciplinas durante de cinco a diez minutos, normalmente en las nalgas para no dejar evidencias al aire. También otra mortificación es dormir una vez a la semana en el suelo, la ducha de agua fría por la mañana que, en el caso de nuestro informante, le provocó un reuma por el que tuvo que estar siendo tratado más de un año.

 
Disciplinas
Disciplinas

Cilicio 1
Cilicio

Además, son muchas las mortificaciones que se pueden hacer a lo largo del día, como comer lo contrario que nos apetece o lo que menos nos gusta, comer en menos cantidad quedándose con un poco de hambre, no ver la televisión, si siquiera en los programas autorizados, y otros sacrificios que el quehacer diario puede brindar para someter al cuerpo a la reciedumbre. Así lo señaló Escrivá de Balaguer en su obra “Camino”, en el punto 172: “Si no eres mortificado nunca serás alma de oración”.

También, de manera expresa, el fundador del Opus Dei se refería a los utensilios de mortificación aludidos en su obra “Del Espíritu y de las Costumbres”, donde se señala que: “Para mortificar y someter el cuerpo, los Numerarios y los Agregados del Opus Dei, de acuerdo con quien dirige su alma, practicarán fielmente la piadosa costumbre de llevar cada día, al menos por dos horas, un pequeño cilicio; además, una vez a la semana usarán las disciplinas y dormirán en el suelo

Una vida tan piadosa y cuadriculada, donde a diario se busca la perfección, incluso de manera obsesiva” -sigue narrando nuestro informante-, “en lugar de aceptarla con sencillez y humildad, realmente convierte a los miembros de la Obra en soberbios espirituales y en frustrados permanentes, sobre todo cuando la carne muestra su debilidad, y nos apartamos de la vida recta  marcada por nuestros directores espirituales en nombre de Dios; hasta el punto que a los miembros se nos facilita una cuadrícula con los días del mes y las tareas diarias para anotar con las que se cumplen y no se cumplen”; llevando a muchos miembros a sufrir grandes agotamientos y depresiones, que son tratadas por propios miembros de la Obras, por lo que la curación es relativa, si tenemos en cuenta el grado de sometimiento a la organización.

Todo, dentro del Opus Dei, está sometido a control férreo, todo se hace cumpliendo los mandatos del Santo, de manera que cuando alguien sufre una depresión, según el Vademecum de los Cosejos Locales escrito por aquel: “En los casos de depresiones y agotamientos, se acudirá a un médico experimentado y prudente -mejor, si es miembros de la Obra-, que sepa informar adecuadamente al enfermo (…) Es muy interesante que informen a los Directores, para prestar una ayuda eficaz al que lo necesita.”

Hasta ahora hemos analizado el Opus Dei por dentro, lo cual pone de manifiesto que si no estamos propiamente ante una Secta, parte de sus actuaciones podría decirse que responden a las características propias de este tipo de organizaciones que, en cierto modo se apartan de los mandatos propios de la iglesia y que, por su forma jurídica oficial como prelatura podría llevarnos a considerarla como una secta dentro de la Iglesia, aspecto que analizaremos en futuros artículos, analizando su funcionamiento de puertas afuera.

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