PABLO IGLESIAS, DE LA MUECA AL RICTUS

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Algunas personas utilizan una mueca, que no es otra cosa que una sonrisa burlona, para demostrar su superioridad sobre los demás. En especial la utilizan los tontos que nunca  superan un  éxito, cómo decía Oscar Wilde.
A éste chico, con nombre de ápostol  y apellido de empresas de oscura actividad, le ha sucedido esto.  Desde las elecciones europeas pensó que podía hacerle muecas a todo aquel  que se le pusiese por delante, y así ha actuado con todos desde la altísima atalaya de su  ridículo ego.
Pero uno,  no se puede burlar de todos durante todo el tiempo, y menos si sólo se es bueno empollando,  pero muy torpe utilizando la inteligencia emocional.  Eso le pasa a Pablito. Esos, los torpes, sólo pueden tomarle el pelo, a los que desesperados llevan mucho tiempo esperando que alguien les sonría,  aunque sólo sea con una simple y falsa mueca.
Claro que ahora, a la hora de la verdad,  cuando el torpe debe demostrar que no lo es, su mueca se convierte en triste rictus, en la expresión bobalicona del que sabe que ya no engaña a nadie, y  que lo mejor que puede hacer es quitarse de en medio y no joder más la ilusión de mucha gente que ha tenido la oportunidad de sonreír con frescura y por culpa de un pobre imbécil engreído se tiene que conformar con rictus huecos, vacíos.

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