NO ME CALLO PORQUE NO ME DA LA GANA

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El fin de semana pasado cuando salía de mi ciudad en busca de un alojamiento rural en el que pasar el fin de semana, encontré una gran piNtada en un cartel de anuncios de esos que hay al lado de la carretera que decía: “haz algo bueno al día o cállate”.

La verdad es que, a bote pronto, parecía un mensaje positivo, pero pensando en él a medida que íbamos haciendo kilómetros terminó pareciéndome un mensaje de lo más castrante, por no decir antidemocrático, al quitarnos la libertad a todos aquellos que no llevamos una túnica como vestimenta, ni tenemos vocación de santidad, ni somos activistas de alguna de las muchas ONG´s que hay por el mundo repartidas dedicando su tiempo al servicio de los más desfavorecidos. ¿Por qué tenemos que estar con la boca cerrada los que somos malos?, me pregunté.

Después de más de treinta años levantándome a las siete de la mañana para ir a trabajar y llevar una vida ordenada, dedicando la mitad de mi sueldo cada día mas bajo a pagar una hipoteca que no termina nunca y la otra mitad a saldar las deudas adquiridas durante el mes anterior, con una monotonía rota una vez al año por unas vacaciones en una playa donde ni siquiera hay sitio para poner la toalla, ¿por qué no voy a tener derecho a quejarme?. Me quejo y seguiré quejándome porque soy persona, soy libre, pero sobre todo porque soy ciudadano y pago mis impuestos, y porque el que tiene que hacer algo por los demás no soy yo sino los representantes que pacientemente elegimos cada cuatro años, aún a sabiendas que todo va a seguir igual o quizá peor.

cartel carretera hacer algo bueno
cartel de carretera

“Me quejo y seguiré quejándome porque soy persona, soy libre, pero sobre todo porque soy ciudadano y pago mis impuestos, y porque el que tiene que hacer algo por los demás no soy yo sino los representantes que pacientemente elegimos cada cuatro años, aún a sabiendas que todo va a seguir igual o quizá peor”

Seguro que algunas personas a esta altura del relato habrán pensado de mi que soy una persona egocéntrica, egoísta e incluso antisocial, pero nada más lejos de la realidad, simplemente… estoy cansado de callarme.

A medida que iba pasando el tiempo y mi reflexión se hacía más sosegada, mi pensamiento empezó a derivar por caminos más filosóficos intentando buscar una explicación que me satisficiera del citado mensaje, pero por mas que intentaba buscar sinónimos de bondad, ninguno me convencía lo suficiente como para intentar calmar mi rebeldía. No me gustaba el olor que desprendía sólo pensar en la virtud de ser bueno. Un olor a capilla, a cera quemada, a soberbios espirituales o sociales, a incienso que intenta redimir a esos pecadores que domingo tras domingo se dan golpes en el pecho por el dolor de sus pecados, aunque el resto de la semana estén jodiendo al prójimo. Por eso no me callo.

No me callo porque la sanidad cada día estar peor. Porque cada vez son más los sinvergüenzas de las aseguradoras privadas que se están haciendo ricos a costa de la salud de los pobres, debido a que la pública no es capaz de soportar los recortes que sirven para tapar las trampas de los que gobiernan pueblos, ciudades y países. No me callo porque estoy harto que la educación la cambian cada cuatro años quienes no la tienen. No me calló porque a mis vecinos de la esquina los han echado de casa por no poder pagar al banco su hipoteca. No me callo porque a los delincuentes de cuello blanco no se les trata de la misma manera que aquellos que han delinquido para poder vivir.

No me callo porque estoy más que harto de ir por la calle  viendo a la gente cabreada, indignada, enfada con el resto de mundo, donde la cortesía y la amabilidad sólo existen en las novelas del corazón. No me callo porque la fruta que me han vendido en el super esta medio pocha. No me callo porque me acabo de enterar que mi ropa interior esta hecha de algodón transgénico.

No me callo porque porque estoy harto de que me llamen  continuamente al móvil para venderme cualquier cosa, sobre todo cuando reposo la comida. No me callo porque el  WhatsApp no deja de sonar con mensajes en cadena de que si no lo paso a otras diez personas mi vida terminará siendo aún más tortuosa de lo que ahora es. No me callo porque ya ha salido la versión siete de mi  smartphone sin que haya pasado más de un año que me lo compré.

No quiero ser bueno porque dicen que los buenos van al cielo y yo no quiero ir al cielo,  sólo quiero vivir, y vivir en paz, vivir mi vida sin que nadie me diga lo que tengo que hacer, lo que es bueno y lo que no lo es… Sin que nadie me diga que me calle porque hoy no haya hecho nada bueno.

 

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