CUANDO LAS NIÑAS TIENEN PENE Y LOS NIÑOS VULVA

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Que “los niños tienen pene y las niñas vulva” es algo tan evidente como decir que los elefantes tienen trompa y las jirafas el cuello muy largo.

Pero tal frase se convierte en un dislate cuando se termina con la advertencia “que no te engañen”, “si naces hombre, eres hombre” o “si eres mujer, seguirás siéndolo”.

Tales frases en el ámbito privado, sea en un contexto respetuoso o no con la identidad sexual de cada cual, no tiene más importancia que la que le quieran dar sus interlocutores, tanto en la afirmación como en la crítica, allá cada uno con sus elocubraciones. Pero, sin embargo, cuando trascienden a la esfera pública la cuestión es distinta puesto que, mire como se mire, no deja ser un comentario transfóbico por su falta de respeto a aquellas personas que en uso de su libertad e identidad sexual deciden cambiar de sexo.

el bus de la discordia

Dichas frases impresas en un autobús con un recorrido urbano por Madrid, forman parte de una campaña organizada por HazteOír.org contra “las leyes de adoctrinamiento sexual”, que según esta organización, se están aprobando en varias Comunidades Autónoma para promover la diversidad sexual entre los menores, vulnerando la libertad de educación y el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos.

Pero, si entendemos como adoctrinamiento la acción consistente en dar instrucciones a alguien sobre cómo tiene que comportarse u obrar, el razonamiento lógico nos lleva a afirmar el poco acierto de esta campaña ya que en si misma no deja de ser otro adoctrinamiento de signo contrario, en este caso nada permisivo con la libertad sexual de quienes no se sienten a gusto con los órganos sexuales que de forma equivocada les dio la madre naturaleza.

Las personas transexuales sienten que existe una incongruencia entre su sexo biológico y el género (hombre o mujer) con el que se identifican. Suelen describirlo como “sentirse atrapados en un cuerpo que no es el suyo”, por ejemplo, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, o viceversa. También es descrito como “haber nacido en el cuerpo equivocado”. Esto significa que su identidad emocional interna, ya sea como hombre o como mujer  no concuerda con los genitales y las características sexuales secundarias de su cuerpo, generando ansiedad, intranquilidad, conflictos internos y depresión. Es por ello que a veces se toma la decisión de cambiar de sexo biológico.

No hace mucho tiempo publicamos en este medio la entrevista realizada a Pablo Vergara Pérez, con el título “Género fluido. La historia de un transexual.”, donde describía la situación en España acerca de la transexualidad de la siguiente forma: “En cuanto a la situación en España, ha cambiado bastante en apariencia, y muy poco en el fondo. En los últimos años se han aprobado muchas leyes que protegen nuestros derechos, y están empezando a suponer una mejora real en la vida de muchas personas trans. Sin embargo, estas mejoras se deben más a la buena voluntad de aquellas personas que con estas leyes se han visto con las manos libres para empezar a darnos un buen trato que a la rectificación de aquellas que han venido realizando prácticas abusivas. De hecho, ante los abusos, las leyes anti discriminación y por los derechos de las personas trans están demostrando ser muy poco eficaces, por desgracia. Además, todo esto se debe leer en el contexto de una crisis que está afectando a todas las estructuras sociales de España, cuya sociedad se está radicalizando y polarizando a pasos agigantados. Así que, por una parte, tenemos que la gente de ciertos sectores de la sociedad se ha vuelto mucho más abierta hacia las personas trans (siempre que no se les note lo trans), mientras que otros sectores expresan un rechazo creciente y estamos asistiendo a un repunte en la violencia que va desde la agresiones verbales a las palizas, y que están ocurriendo en todo tipo de entornos, desde las calles de Madrid hasta el patio de los colegios.”

En definitiva, discriminaciones, odio o violencia por razones de orientación sexual e identidad de género, unos basándolas en creencias religiosas, otros con argumentos tan falaces como que los transexuales son personas con problemas

En definitiva, discriminaciones, odio o violencia por razones de orientación sexual e identidad de género, unos basándolas en creencias religiosas, otros con argumentos tan falaces como que los transexuales son personas con problemas; y los más indulgentes, como la campaña de reeducación del autobús en cuestión, con la finalidad de hacer que los miembros del grupo social que han optado por otra identidad sexual vuelvan a la normalidad.


Parece que de muy poco ha servido que la propia Constitución Española declare en su artículo 10 que ‘la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social’, o establezca en su artículo 14 el principio de igualdad y no discriminación, y disponiendo que todos ‘los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social‘.

Todavía, hoy, por desgracia se sigue señalando de una manera arbitraria a esas personas que forman parte de una minoría sexual, por considerarla contraria, inferior o anormal, aunque la comunidad científica considere que los genes y los cuerpos de los hombres y las mujeres no difieren tanto los unos de los otros; por lo tanto, el hecho de que alguien se pueda identificar con el sexo opuesto muestra esa línea borrosa entre los géneros.

Gracias a esas personas que todavía hoy apuntando con el dedo, muchos menores transexuales, aparte de su lucha interna sobre su identidad sexual, tienen que mantener otra con el mundo exterior debido al bullying y el acoso al que se ven sometidos en sus centros escolares, propiciando en muchos casos un alto índice de suicidio, próximo al 42%.

Apelar a la responsabilidad social es nuestra tarea, así como a la de los gobernantes para poner fin a esta gravísima situación, no sin antes decirle a los transfóbicos, y también a los homofóbicos, que los que tienen un grave problema son ellos, por lo que deberían hacérselo mirar, y que antes de criticar a alguien intenten ponerse sus zapatos, porque, tal vez así entiendan que el camino no es mismo para todos, y que todos tenemos derecho a elegir el que creamos más conveniente para sentirnos bien con nosotros mismo.

 

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