NI P’A TI, NI P’A MI

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Ser adivino en ciertas circunstancias no es más complicado que mirar al mar y concluir que es muy grande y tiene mucha agua. Ser adivino estando al margen de implicaciones emocionales o de filiaciones pasionales no tiene más mérito que el de reflejar lo evidente.

Dije ya hace tiempo, de ahí lo de adivino, que Podemos era un partido sin ideología unitaria, definida, y los recientes acontecimientos entre el ala errejonista y el ala pablista no son más que la punta del iceberg de una realidad que, antes o después, hará de Podemos la cuna de múltiples pequeños partidos marginales, o el seno de tal infinitud de corrientes que se los llevarán por delante las mareas, y la mención a las mareas no ha sido intencionada, ni inocente.

Podemos se ha construido sobre un descontento de base que agrupa a toda una suerte de activismos de fuerte militancia que inicialmente encuentran puntos en común, pero que inevitablemente acaban considerando sus posturas personales, sus convicciones militantes, por delante de la idea global que caracteriza el concepto tradicional de partido. Y eso acabará pasando factura.

El primer indicio que este observador detectó sobre este problema fueron las iniciativas de militancia personal que muchos cargos de ayuntamientos y comunidades adoptaron sin que fueran respaldados por un programa o por un debate global del partido al que, parcialmente, representaban. A través de sus cargos presentaron posturas de radicalismo extremo en cuestiones que no podían ser compartidas por la globalidad de sus votantes que tenían otras expectativas y otros temas que consideraban de más urgente necesidad. El anticlericalismo, en realidad el anti catolicismo, el feminismo, el animalismo, el anticapitalismo, en sus versiones más radicales, aparecieron entonces impulsados en iniciativas de tipo personal que no estaban contempladas en el global de las acciones del partido.

Viendo esto dije entonces, reitero ahora, que posiblemente Podemos alcanzó en las últimas elecciones su techo de votantes sin haber conseguido sobrepasar al PSOE, primer objetivo, ni convertirse en un partido decisorio, segundo objetivo.

Allí donde han alcanzado cotas de poder real, ayuntamientos y comunidades, su descomposición será más lenta, pero a nivel de partido nacional, o de enunciado como partido nacional, las primeras grietas anuncian una descomposición que yo creo que no será demasiado lenta.

Hay en esa formación demasiados egos, demasiadas expectativas, demasiadas militancias, demasiada prisa y se respeta poco, nada, se insulta y se desprecia, a aquellos que no opinan como ellos, llegando a insinuar con sus maneras un ideal absolutista para el que sobran todos aquellos que no compartan su idea. Difícilmente los insultados, los despreciados, podrán convertirse en votantes de quienes los han humillado, y dado que son todos los que no los votaron, no veo de donde sacar los votos que necesitan para crecer.

“Viendo esto dije entonces, reitero ahora, que posiblemente Podemos alcanzó en las últimas elecciones su techo de votantes sin haber conseguido sobrepasar al PSOE, primer objetivo, ni convertirse en un partido decisorio, segundo objetivo.”

fondo-blanco1Tal vez este primer embate, esta primera discrepancia que lo parte por la mitad se pueda solucionar con buena voluntad personal. Tal vez alguien considere que tapar la grieta es solucionar el problema, pero la experiencia apunta a que todo lo que se tapa en falso acaba haciendo erupción con mayor fuerza destructiva.

Ya lo decía hace tiempo el Hermano Lobo: “El que avisa no es traidor, es avisador” o, traído a lo que nos ocupa, “el que observa no es adivino, es observador”

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