LOS ZOMBIES POLÍTICOS

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La Real Academia define zombi como la “persona que se supone muerta y ha sido reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad”. Así, los zombis son supuestamente cuerpos que se devuelven a la vida para ser usados como esclavos.

 

Después de la muerte del dictador España se convirtió en un país de zombis. El sistema de partidos políticos eclosionó,  y con ello un montón de gente alienada por falsas ideologías que decían representar cada uno de ellos según su posición hacia la derecha y la izquierda de un centro que no tardó mucho en descomponerse ante un PSOE, donde el puño en alto fue lo habitual hasta que Felipe González se dio cuenta que se sacaba más provecho posicionándose al lado de la banca que del lado del obrero. Y una derecha llena de herederos del fascismo, que todavía hoy perduran, que lo único que ha hecho ha sido sangrar a los ciudadanos, no sólo desde un punto de vista figurativo consecuencia de una política económica y social donde la presión fiscal y la privación de derechos públicos ha ido en aumento; sino también literalmente, metiéndonos en una guerra para satisfacer las ínfulas de un presidente que quería jugar a ser tan grande como Tony Blair y George W. Bush, y que nos trajo el peor atentando terrorista de la historia de España, además de una foto en las Azores que nunca olvidaremos por haberse convertido en la “imagen de la vergüenza”. Todo ello sin olvidarnos de que tanto unos como otros han vendido la soberanía del país a una Unión Europea donde los países ricos no quieren saber nada de los pobres, salvo que no dejen de apretarse el cinturón para que ellos puedan seguir en una línea de progresión económica.

Partidos, ambos, que han ido haciéndose con el poder no sólo a consecuencia del fracaso del contrario  cuando han gobernado, ello sin contar la grave corrupción que siempre les ha salpicado; sino también de una manera orquestada mediante una reforma de la Ley Electoral con un reparto de escaños por el sistema d’Hondt que tiende a favorecer a los partidos grandes, hasta que una parte de los ciudadanos han decido castigarlos al comprobar que sólo han servido para parasitar las instituciones, consecuencia de una revolución pacífica protagonizada por el movimiento 15M, que al margen de la marca blanca del PP –Ciudadans- que decidió dar su salto de la política autonómica de Cataluña a la nacional, hizo que apareciese un nuevo partido que luchara en la arena policía bajo la promesa de limpiar las instituciones de tanta mierda como aquellos habían producido durante casi cuarenta años.

Pero, como siempre, el tiempo suele cambiar las cosas, en este caso para mal, pues al revivir político de la ciudadanía, sobre todo de los más jóvenes, duro exactamente lo mismo que el tiempo que tardó PODEMOS en convertirse en un partido político más, donde el poder de las bases ha sido sustituido por una maquinaria que poco difiere de los otros partidos, con un secretario general omnipotente y un consejo ciudadano resultado de unas primarias donde las listas plancha fue la tónica general.

Estamos, pues, ante un escenario político que lo único que trasluce es una ciudadanía de muertos vivientes, de zombies que siguen a pies juntillas a sus líderes políticos en el mejor de los casos, por eso que la disidencia y la razón no está bien vista en política; y en el peor, de unos ciudadanos que pasan absolutamente de todo, aunque no levanten cabeza.

“mientras que la derecha sigue campando a sus anchas, también impulsada por zombies que lo único que les mueve es una zanahoria colgada de un palo delante de sus narices, metiendo la religión en la política y la promesa de un futuro mejor. Un palo que a sus espaldas sujetan los mismos sinvergüenzas que han esquilmado las arcas públicas.” 

El espíritu del 15M ha desaparecido, convirtiéndose en un mero perfil en Facebook, abocado al fracaso desde su origen, puesto que en este país por desgracia interesan más los proyectos personales que el servicio a los demás, de manera que muchos que promovieron el “si se puede” de Sol, ya estaban fraguando su puesto político, y los que no, el desánimo y la resignación les ha llevado a dar por perdida la batalla, mientras que la derecha sigue campando a sus anchas, también impulsada por zombies que lo único que les mueve es una zanahoria colgada de un palo delante de sus narices, metiendo la religión en la política y la promesa de un futuro mejor. Un palo que a sus espaldas sujetan los mismos sinvergüenzas que han esquilmado las arcas públicas.

 
 

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