LOS VERGONZOSOS CUARENTA AÑOS DE DEMOCRACIA EN ESPAÑA.

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A la muerte del dictador Francisco Franco, sus acólitos hablaron de cuarenta años de paz en este país. Que paradoja, porque desde aquel momento se empezó a fraguar una  nueva etapa que concluyó con las primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977,

dando por culminado uno de los periodos de la historia en blanco y negro, donde la paz sólo era una ficción para aquellos que les daba por pensar libremente y manifestarse ideológicamente en contra de las directrices gubernamentales, sometidos a tortura muchos de ellos en los sótanos de la Dirección General de Seguridad situada en la Puerta del Sol de la Villa de Madrid, a manos de la Brigada Político Social; iniciándose un nuevo periodo que ha cumplido también cuarenta años bajo la forma política de una monarquía parlamentaria, convulsa desde su origen a través de una transición sangrienta y, posteriormente, en reivindicaciones nada pacíficas de la secesión de determinados territorios históricos para los que la organización territorial del Estado en Comunidades Autónomas no ha sido suficiente para la autogestión de sus intereses, sobre todo cuando se trata de la distribución de los recursos económicos del Estado, convirtiéndose en un contencioso que se ha cronificado ante la falta de respuesta o solución de los diferentes gobiernos durante este perido.

El Duelo a garratazos. Goya.

Parece que, cuando Goya pintó el retrato que lleva por título “El Duelo a garratazos”, quiso reflejar un enfrentamiento fratricida aludiendo a las guerras civiles  españolas, aunque se puede extender a la violencia innata del ser humano que tanto criticaba la Ilustración; por lo tanto, también válida para evidenciar en nuestros días la continúa confrontación política de falsas o al menos manipuladas ideologías, que lejos de representar los intereses de los ciudadanos sólo sirven para mantenerse en el candelero a quienes han hecho de la política su modus vivendi desde aquel 15 de junio hasta el momento actual, pasando por una jefatura del Estado que solamente habla al pueblo en la noche de cada veinticuatro de diciembre, perpetuándose en el cargo de forma vitalicia a pesar de su inutilidad y de sus muchos excesos consecuencia del uso y abuso de su cargo y de sus privilegios, pero sobre todo, por su origen en la voluntad de aquel dictador que nombró sucesor al actual rey emérito, al que se le ha querido coronar de forma victoriosa por su papel decisivo en el cambio de un régimen autoritario a otro democrático, pero al que no se le permite cuestionar su figura a pesar de sus excesos y los de su familia.

Es cierto que la Constitución Española fue ratificada en referéndum por los propios ciudadanos, y que dicha Constitución contempla y regula su figura, aunque no debemos olvidar la falta de madurez política en aquel momento de una ciudadanía que, en su mayor parte, no estaba preparada para abordar el reto político que suponía la instauración de un sistema democrático. Y que, hoy día, lejos del aspecto colorista que le pretenden dar ciertos políticos que han rentabilizado personalmente su cargo en esos dos partidos que hasta hoy se han ido sucediendo en el poder, ha adquirido un aspecto grisáceo, casi negro, mediante la manipulación de una de las principales leyes que sustentan cualquier régimen democrático como es la ley electoral que, debido a su carácter de Ley Organica, hace que se precisé una mayoría absoluta para su modificación, motivo por el que no han dudado en aunar sus fuerzas para mantenerse en el candelero de la política, así como para vender la soberanía nacional a los intereses de una Europa rica neoliberal.

 

“no debemos olvidar la falta de madurez política en aquel momento de una ciudadanía que, en su mayor parte, no estaba preparada para abordar el reto político que suponía la instauración de un sistema democrático.”
Reyes presidiendo acto de celebración 40 años de democracia en el Congreso de los Diputados

Este es el resultado de cuarenta años de democracia en España que han celebrado el pasado miércoles los políticos que han parasitado las instituciones en todo este tiempo, escondiendo a un rey emérito decadente, y dando protagonismo a su heredero, cuyo único color destacable en dicho acto ha sido el rojo pasión (o socialista) del vestido de la reina consorte imitando a Kate Middleton, de Carolina Herrera valorado entres 800 y 1000 euros, con zapatos de Prada de 520 euros y un recogido historiado que dejaba a la vista los espléndidos pendientes y pulsera de diamantes y rubíes, cuyo valor se desconoce;  evidenciando de esta manera su gusto por la moda cara que financiamos todos los españoles, de la que habitualmente hace ostentación estrenando en cada acto público un nuevo atuendo, como si se tratarse de un pase de modelos, en este caso de una republicana arrepentida metida a reina “fashion victim”, con aspecto, altivo, desdeñoso y fruncido.

Un acto que, además, ha sido vergonzoso por la condecoración al exministro Rodolfo Martín Villa como uno de los diputados constituyentes de las Cortes, sobre el cual hace solo un par de años, el Gobierno de Mariano Rajoy denegó su extradición a Argentina, a sus 82 años, así como el de otras siete personas -entre ellas, el suegro del exministro Ruiz Gallardón-, reclamados por la jueza María Servini por crímenes cometidos, supuestamente, durante la dictadura franquista.

Rodolfo Martín Villa

Para los que no se acuerden, Martín Villa fue ministro de Relaciones Sindicales entre 1975 y 1976 y de Interior los tres años siguientes. Fue precisamente en 1976 cuando tuvo lugar la llamada represión de Vitoria, una carga policial contra una asamblea de trabajadores en la que murieron cinco personas, motivo por el que dicha jueza pidió su extradición aunque él ha argumentado que no tenía “mando sobre la Polícia”  por corresponder dicha competencia al  entonces, Manuel Fraga, ministro de Gobernación; aunque no dudo en condecorar un año después, en 1977, a Antonio González Pacheco, conocido como eBilly el Niño, con la medalla de plata al Mérito Policial. Un torturador antiguo miembro de la policía franquista e inspector del Cuerpo Superior de Policía durante la Transición.

Esta es la paradoja, cuarenta años de dictadura seguido de otros cuarenta de una falsa democracia o una democracia adaptativa a los intereses de quienes tienen el poder en su mano, donde los ciudadanos son cada más más amordazados y privados de sus derechos, incluso algunos represaliados, por pensar y manifestarse en contra de lo que han convertido este País,  así como sus instituciones: en una cueva de caciques y de ladrones.

 

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