Una querida amiga planteaba hace unas fechas en redes sociales una cuestión que, reflexionada, me ha dejado un poso de lo que realmente soy y de lo que, me temo, somos todos los seres humanos.
El planteamiento del mensaje era: “si te dijera que hoy voy a decir si a todo lo que me pidas, ¿que sería lo primero que me pedirías?” Y yo decidí ser totalmente sincero y constructivo con ella y conmigo mismo.
Nada más leerlo, sin ningún tipo de censura civilizada o consciente surge el instinto con una propuesta de la que el ser civilizado se avergüenza y contraataca con un deseo puramente floral y totalmente alejado de lo que realmente desearías. Y a partir de ahí empiezan a surgir deseos que intentan captar lo que quieres, nótese el cambio de verbo, y balancearlo con lo que pretendes ser, pero ya nada tienen que ver con el deseo íntimo, real, puede que incluso brutal. El deseo obedece a un comportamiento adquirido posiblemente desde nuestra historia animal y su control a la leve y reciente capa de civilización que hemos empezado a adquirir. Pero ocultar, negar, castrar, el deseo no lleva a otra cosa que a su falta de control.
“El deseo obedece a un comportamiento adquirido posiblemente desde nuestra historia animal y su control a la leve y reciente capa de civilización que hemos empezado a adquirir. Pero ocultar, negar, castrar, el deseo no lleva a otra cosa que a su falta de control.”
El deseo es instinto, es supervivencia, es preponderancia, es primitivo. Puedo desear, en el sentido descargado del término, un feliz día a los que me rodean, la paz mundial, la felicidad de todos los hombres, menos dos o tres, pero estos son deseos cargados de voluntad, no de instinto, y nunca son, nunca serán, los primeros ni los más íntimos.
Así que burla burlando si haces el ejercicio íntimo y sincero de recorrer tus deseos en busca de aquel que podrías expresar sin escandalizarte, sin obligarte, sin pretender ser otra cosa que lo que realmente eres, casi en plan arqueólogo, podrás ir descubriendo las capas de civilización que has ido acumulando a lo largo de tu, a veces enriquecedora y a veces castrante, vida.
Yo solo llevo haciéndolo unas horas y preveo días antes de que pueda llegar a una falsedad aceptable o una verdad no vergonzante. A encontrar el punto en el que el instinto y la educación pueden llegar a tolerarse. Al punto en el que mi yo primitivo entienda que mi yo civilizado tiene el control y mi yo civilizado entienda que la reacción visceral está fuera de su alcance.
Utilizamos cookies para mejorar su experiencia en nuestro sitio web. Al navegar por este sitio web, usted acepta nuestra política de cookies. ACEPTO
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.