La trivialidad de lo importante

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Hola papá:
Cuanto tiempo, cuantas cosas. El mundo enloquecido gira y gira y tú apenas te mueves del sillón, apenas sales de esa cada vez más profunda ensoñación que va secuestrando tu percepción del día a día.

He empezado estas líneas con la intención de ponerte al corriente de todo lo que está sucediendo y tú, a pesar de que te pasas las jornadas frente a la televisión, no llegas a captar. El mundo, en un frenesí que roza el histerismo, sale, según los profesionales de la información, a no menos de cuatro o cinco noticias históricas por día, algunas de ellas ya catalogadas como de la década o, incluso del siglo.

Así que, ante tal avalancha, me he puesto al teclado con la fútil esperanza de que al menos mis palabras puedan llegarte, aunque sea como un eco, al lugar, o a la entelequia, en el que pueda estar reposando tu consciencia.

Mi primera intención ha sido contarte, con pelos y señales, el tema de Cataluña. Los vaivenes, los desatinos, los juramentos, alguno incluso en arameo, y la sinrazón que parecen haberse apoderado de todo el mundo, pero de todo el  mundo mundial, papá, no solo del español. Pero pasado el primer impulso me he dado cuenta de que aún no ha acabado y no tengo muy claro cuando, ni como, acabará. Incluso mirándote a los ojos para empezar a contártelo me he dado cuenta de que, tal vez, no sea tan importante.

Luego me he ido a las matanzas, a las de los atentados, fíjate el de Barcelona, en La Rambla, y a esas otras que de vez en cuando algún probo ciudadano norteamericano armado perpetra contra todo el que pilla por en medio. Y también me he percatado, al mirarte, de que hablarte de muertos tampoco es un tema que ahora te sea especialmente interesante.

También se me ha ocurrido ponerte al día sobre los inmigrantes, sobre la política en general, sobre el fútbol o sobre los diversos temas que tan ocupados, cabreados, atentos, nos tienen estos días. Pero al llegar a ellos tampoco me han parecido de tú interés en tu situación actual.

Finalmente, papá, me he dado cuenta de que a pesar de la importancia que les damos, ¿A ti que te importan en este momento? ¿Qué te va a ti en que los catalanes, los corsos o los de Albacete quieran ser independientes? ¿Qué te importa que el Barça vaya primero en la liga o que la pesadilla del ISIS se haya terminado?

Me hubiera gustado poder contarte que ya hay una cura para lo tuyo, que mañana podrás leer lo que sucede en el periódico, que al menos existe una esperanza… pero no, papá, de lo tuyo no hay nada, ni esperanzas. Ni fondos suficientes, ni, y es duro decirlo así de crudamente, parece haber un interés real, de esos que aportan dinero con el que financiar el tiempo de los investigadores.

 

“Me hubiera gustado poder contarte que ya hay una cura para lo tuyo, que mañana podrás leer lo que sucede en el periódico, que al menos existe una esperanza… pero no, papá, de lo tuyo no hay nada, ni esperanzas.”

Sí que me hubiera gustado comentar contigo las primeras gracias de la niña, tu biznieta, a la que aunque llegues a ver no conocerás nunca, no al menos en este plano, en esta realidad, en esta vida. Contarte que es muy alta, que está muy espabilada, que se fija en todo y reacciona ante todo. Que nos parece la más lista de las niñas de cuatro meses que hemos visto. Que… eso, que es nuestra nieta, tu biznieta. La más guapa, la más alta, la más todo.

En fin, papá, gracias por ayudarme a entender que es lo aparentemente importante y qué lo verdaderamente trascendental. A veces es necesario alejarse de este mundo para tener suficiente perspectiva, aunque sea por las malas.

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