EL TRABAJO NO ES UNA MERCANCÍA

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«Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.»
Del artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 1948
«El trabajo no es una mercancía» es un principio expresado en la Declaración relativa a los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo (Declaración de Filadelfia), integrada como anexo a la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo en 1944, que establece los principios, fines y objetivos de la organización.
Este principio expresa que las personas no deben ser tratadas como una mercancía, los capitales, un factor de producción o recurso; las personas que trabajan deben ser tratados como seres humanos, con dignidad y respeto. La Declaración de Filadelfia (1944) expresa este principio así:
La Conferencia reafirma los principios fundamentales sobre los cuales está basada la Organización y, en especial, los siguientes:

  1. el trabajo no es una mercancía;
  2. la libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso constante;
  3. la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos;
  4. la lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un esfuerzo internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de los empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el bienestar común.

La Declaración de Filadelfia destaca la necesidad de una acción internacional y nacional para alcanzar el progreso social y establece estos principios fundamentales para conseguirlo; son principios fundamentales de la OIT.
El trabajo no es como un producto, un objeto inanimado con el que se pueda negociar para obtener el mayor beneficio y conseguir el precio más bajo. El trabajo es parte de la vida diaria de todos y el factor determinante para alcanzar la dignidad humana, el bienestar y el desarrollo como seres humanos. El desarrollo económico debe incluir la creación de empleo y unas condiciones de trabajo adecuadas para que las personas puedan trabajar con libertad y en condiciones de seguridad y dignidad.
El trabajo es un medio para sustentar la vida y satisfacer las necesidades básicas; también es la actividad por la que las personas afirman su propia identidad, tanto ante sí mismas como ante quienes les rodean. El trabajo es crucial para el ejercicio de opciones personales, para el bienestar de la familia y para la estabilidad de la sociedad.
En palabras de Juan Somavía, Director General de la OIT (1999 – 2012):
…el trabajo no es una mercancía ni el ciudadano es sólo un consumidor; dimensiones a las cuales a veces se les reduce. Desde el punto de vista económico, existe efectivamente un mercado laboral pero para el ser humano, el trabajo es fuente de dignidad personal, es fuente de estabilidad, es factor de cohesión social. No podemos reducir el trabajo a su dimensión puramente mercantil, es la razón por la cual la OIT dice que el trabajo no es una mercancía sino un bien social.
El desarrollo económico no debe ser un fin en sí mismo; debe ser una herramienta para mejorar la vida de las personas y garantizar su dignidad intrínseca.

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