DON EDUARDO INDA, UN PEZ SIN CABEZA

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Cuando un periodista se dedica a criticar la ética de los demás, lo primero que debería de hacer es ser coherente, primero con su profesión y luego con su vida y, puestos a hacer limpieza en casa ajena, empezar por limpiar la propia; porque una cosa es comunicar y otra muy diferente es hacer leña del árbol caído, o peor aún, manipular la información para destruir a quien siendo protagonista de una noticia no es santo de la devoción de quien comunica.

Y es que hay periodistas que han convertido su profesión en un corral de alcahuetas o lo que es peor, en una plaza de ejecución popular,  dentro de los medios que les dan cobertura, juzgando y jugando al postureo de los políticos, sobre todo los cuatro jinetes de la apocalipsis, en vez de juzgar su gestión política, que es lo que realmente nos importa y por lo que les pagamos con nuestros impuestos.

En otros países, de esos que forman parte de nuestro entorno, y que nuestros políticos imitan y tanto ponen a modo de ejemplo, actuaciones periodísticas como las citadas son propias de la prensa amarilla y sensacionalista; pero que aquí, las permitimos porque en el fondo, en este país puede ser que la riqueza cultural, aparte de en algunos y algunas grandes genios y figuras en todas las ramas del arte, de la ciencia y del saber -aunque no estén todos los que son-, y de la riqueza histórica y cultural que guardan las piedras de todos y cada unos  de los monumentos a lo largo y ancho de nuestra geografía; me temo que, al común de los mortales, les va más el morbo del despiece del personaje como se hace con el marrano en las matanzas.

Al pueblo hay que darle carnaza, y surgen ese tipo de periodistas tiburones de la noticia, por seguir con el símil del despiece, que inventan, sacan, ponen, quitan, cortan y pegan, con el único fin de aumentar dígitos en sus cuentas corrientes; pero también, algo peor si cabe, manipular la noticia creando una corriente de opinión en las cabezas de quienes menos informados y formados están y que, son  a los que se suele dirigir este tipo de programas.

“Al pueblo hay que darle carnaza, y surgen ese tipo de periodistas tiburones de la noticia, por seguir con el símil del despiece, que inventan, sacan, ponen, quitan, cortan y pegan, con el único fin de aumentar dígitos en sus cuentas corrientes; pero también, algo peor si cabe, manipular la noticia”

Y como la pretensión del autor de este artículo no es su publicación como un artículo de opinión, que es en lo que se convertiría si no estuviese vinculado a un tema noticiado o noticiable; hace preciso poner alguna evidencia de las afirmaciones o valoraciones hechas anteriormente, a pesar que, algunos o algunas tilden de manía o fobia hacia el personaje, que no puede ser otro que el más querido por la mayoría de la audiencia, D. Eduardo Inda, y el medio, en este caso: La Sexta Noche, al minimizar la noticia relativa a la condena al embargo de todos los salarios de tan ilustre periodista, según Sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Alcobendas (Madrid), siendo la causa de tal medida, el incumplimiento de sus obligaciones económicas para con sus hijos, según la ejecución forzosa difundida por las redes sociales, en cuyos comentarios no sale muy bien parado.

He aquí un ejemplo de la farsa periodística de algunos medios y la cara dura de un periodista que enarbola la ética y la moral, incumpliendo el deber sagrado de todo padre, relativo al sustento de sus retoños. Y colorín, colorado, por fin un final feliz, por la boca murió el pez.

 
 

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