CUANDO LA INDECENCIA POLÍTICA SE LLAMA PARTIDO POPULAR

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Hablar de decencia política en los tiempos que corren es una labor tan difícil  como buscar una aguja en un pajar y encontrarla, eso si no se convierte en una tarea imposible cuando al partido que se juzga es el partido del gobierno, porque no hay día que pase sin que tengamos que contar hasta diez para poder hablar con la cabeza y no con las vísceras; sin que esto haga sombra a los demás partidos, pues todavía no he encontrado a ninguno que sea totalmente inmaculado, ni siquiera de los que dicen estar más cerca del pueblo.

Pero, esta vez no me ha servido de mucho contar hasta diez, ni hasta viente, ni hasta cien, y eso que lo he intentado para poder sosegarme lo suficiente para no tenerme que arrepentir de algo indebido que pueda escribir. Pero, como soy de carne y hueso como el resto de los mortales, a veces es bueno mostrar a los demás nuestra otra cara. La cara del enfado, de la indignación, del cabreo incontenible; la que hoy me ha dejado la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro en un acto público en Alicante, donde Rajoy fue recibido a la entrada del Ayuntamiento de la Ciudad para su poserior firma en el Libro de Honor durante su visita a esta Ciudad.

Como no puede ser de otra manera, allá donde vaya tan poderoso memo, número uno de los desaciertos políticos y en jorobar a los más humildes, la bienvenida dada por los ciudadanos casi siempre es la misma, la del rechazo e indignación. Así ha ocurrido con los alicantinos quienes convocados por algunos sindicatos, estando entre ellos la “Asamblea de Jubilados y ciudadanos de a pie”, recibieron a tal ilustre e inútil político con abucheos y pitidos, además de con demandas sociales que todos de una manera u otra hacemos nuestras, tales como: “¡Menos corrupción y más financiación!” y “¡Jubilación anticipada ya!”

“Como no puede ser de otra manera, allá donde vaya tan poderoso memo, número uno de los desaciertos políticos y en jorobar a los más humildes”

Pero, también como suele ser característico de este Partido Político, la soberbia casi siempre suele estar presente cuando se encuentran ante la censura de los ciudadanos, siendo así la respuesta ante tal “bienvenida” dada por la citada Secretaria de  Estado de Comunicación, denominada ya por algunos “Andreíta Fabra”, del siguiente tenor literal: “¡Qué ganas de hacerles un corte de mangas de cojones y decirles: ‘Pues os jodéis!'”

 Tal desvergüenza que algunos y algunas tratan de justificar de que se trata de una conversación privada, entre ellos algunos mal llamados periodistas, palmeros del PP, aunque tengan el título universitario que los acredite; me indigna sobremanera, porque si en el ámbito privado esto piensa un alto cargo del PP, demuestra su talla como política y como persona, sobre todo ante el descontento de determinados ciudadanos que en ese momento nos representaban a la mayoría de los de “a píe” por sus demandas, al menos yo me incluyo entre ellos. La reacción de un político honesto debería ser totalmente distinta, al menos mostrando cierta humildad ante los graves errores y atropeyos que se han cometido y se siguen cometiendo por este partido político, cuyas abreviaturas responden más a la de Partido Podrido que a la de Partido Popular, ya que de popular tiene bastante poco, si con ello se pretende decir que pertenecen al pueblo.

Un cargo político, máxime como Secretaria de Estado de Comunicación, no puede en un acto público, aunque lo haga en un comentario privado, despacharse de tal manera, sobre todo cuando los que tiene enfrente son nuestros mayores y los peor tratados por la política económica de este gobierno con olor a rancio, a los que se les está robando sus pensiones para enriquecer a los de siempre, a los grandes, a los bancos, a las multinacionales, o para subirse sus sueldos o invertir en armamento.

No es la primera vez que vemos u oímos reacciones como ésta, de ahí el sobrenombre con la que se la ha bautizado recordándonos a aquella Andrea Fabra en el Congreso de los Diputados con aquel “que se jodan”, dirigiéndose a otro de los colectivos maltratados por este gobierno; el de los parados. Aunque tal vez no les falte razón porque nos vamos a joder si no reacciones de una puñetera vez ante estos políticos cuya falta de honestidad y empatía con el pueblo, demuestran la pasta de la que están hechos, una pasta cada vez más cáustica y mal oliente. Sobre todo si los jubilados que entonces les votaron les siguen votando. Espero que hayan aprendido.

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