EL CLUB DE LOS SERES PERIFÉRICOS

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Sí estuviéramos ante un tratado de medicina encontraríamos diversas alusiones a lo periférico, una de ellas hace alusión al sistema nervioso periférico, definido cómo: el responsable de regular las funciones involuntarias del cuerpo. Por ejemplo, el ritmo cardíaco, la respiración y la digestión.

 

También se habla de periférico cuando nos referimos, desde el ámbito de la informática, a dispositivos complementario de una computadora, impresoras, ratones…

Podriamos pensar pues que lo periférico, partiendo del contexto fisiológico, es un parte fundamental del engranaje para el funcionamiento del todo.

El ser periférico vive pues en una constante contradicción, teniendo la percepción de que no forma parte de lo esencial o de lo más importante, una percepción a veces alimentada por la vorágine centrista y otras por la propia endogamia periférica. Al ser consciente de esta contradicción las instituciones, catalanas y del gobierno central, tendrían que haber tenido el sentido de estado que se les supone y a partir de ahí estar dispuestos a dialogar, racionalizar el desencuentro y analizar los motivos del desafecto y propiciar un pensamiento positivo, generador de futuro y estabilizador.

“las instituciones, catalanas y del gobierno central, tendrían que haber tenido el sentido de estado que se les supone y a partir de ahí estar dispuestos a dialogar, racionalizar el desencuentro y analizar los motivos del desafecto y propiciar un pensamiento positivo, generador de futuro y estabilizador.”


Sin embargo en Cataluña la fuerza centrífuga, tendencia de un objeto a seguir una curva hacia fuera del centro, ha sido aprovechada por el independetismo para alimentar está tendencia periférica en beneficio de sus desaciertos, utilizándola cómo una cortina de humo para los casos Pujol, tres por ciento… y aprovechando la falta de política en todas las estructuras, ha elegido la posverdad cómo estrategia para desacreditar al todo, el estado español, y erigirse en víctimas oprimidas, dibujando escenarios inquisitoriales  y potenciando un pensamiento emancipador que liberaría al ser periférico de la hoguera centrista.

El Gobierno, acelerando la inercia centrifuga, con su falta de inteligencia política, ha dado permanentemente argumentos al sentimiento de desapego de los ciudadanos catalanes más moderados, y en este caldo de cultivo se han desarrollado las tesis independentistas, de modo que cerrada las puertas del dialogo solo caben soluciones drásticas. Dimisión del presidente del ejecutivo o nuevas elecciones.

Porque ante la inercia centrifuga de la periferia, el gobierno de la nación debía haber contrarrestado con la fuerza centrípeta, definida como una fuerza “real” que contrarresta a la fuerza centrífuga y evita que los objetos salgan volando de su lugar. Pero en vez de acudir al método el ejecutivo de Rajoy ha acudido al conocimiento vulgar, que según Platón sé caracteriza por ser superficial, subjetivo, acrítico, sensitivo y no sistemático. El resultado ha sido una visión deformada de la realidad española y una exposición innecesaria de las carencias de una constitución que debe ser sometida a un estudio profundo para su adecuación al realidad de este país.

Se está escribiendo este artículo al mediodía del uno de octubre. Esperemos que no se unan más socios al club de los seres periféricos y que las fuerzas reaccionarias que han acampado en los parlamentos de Francia, Alemania, Austria, Inglaterra… sigan de pic nic en nuestro país.

Pasado el tiempo de la concordia habrá que minimizar las consecuencias que los iracundos han sembrado en la conciencia colectiva de un pueblo, la inercia que ha generado el odio tutelado por los Goebbels de turno, y en ese escenario debe prevalecer la autoridad moral de los hacedores de puentes.

Las estructuras política de este país deben hacer propuestas coherentes y razonadas y que no solo enfoquen la cuestión catalana, sino los déficit que el estado de las autonomías ha generado con el paso del tiempo, entre ellos las consecuencia de las dadivas que los partidos que han gobernado en minoría han tenido que pagar a nacionalistas para poder sacar adelante la votación de su investidura cómo candidato a la presidencia, porque parte de este problema viene por la omertá que estos gobiernos tutelados por el nacionalismo sé ha visto obligado a acatar.

La respuesta bananera del ejecutivo presidido por Rajoy a una manifestación de ciudadanos, aunque en su origen estuviera la ilegalidad de una consulta que contravenía la constitución, no ha hecho más que escenificar la debilidad de un gobierno sin capacidad de dialogo, ignorante de las más elementales normas por las que conducir la convivencia del pueblo y tan absorto en su propia incompetencia que no ha valorado que un gobierno en minoría parlamentaria no puede solucionar, por sí solo, un problema de la magnitud que le ha planteado el gobierno de la generalitat, aunque contara con el apoyo institucional de otros partidos del arco parlamentario.

 

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