AMANTES DE LO RANCIO

0
61

Desde el Concilio de Trento, pasando por la Revolución Francesa y terminando en la energía solar o en las baterías Tesla: en España amamos lo rancio, lo pasado, lo retrogrado, lo muerto. Las tres decisiones recientes que han confirmado esta afirmación son tres relacionadas con la energía: el ignominioso impuesto al sol, la poca cobertura en la península para los automóviles Tesla y las enormes barreras de entrada a las baterías Tesla. Decisiones que favorecen a ese lobby de la energía donde se han ido “colocando” las élites políticas españolas en los últimos 30 años. Una vez más el beneficio de los caciques impera en este país en contra del progreso y de las clases populares. Historiadores e intelectuales extranjeros han resaltado históricamente la pasión por la muerte de los españoles. Un sentimiento resumido en la famosa y vomitiva frase de Millán-Astray en la Universidad de Salamanca: “¡Viva la Muerte! ¡Muera la Inteligencia!”. El empeño de este país por no avanzar, o por hacerlo tarde y mal; es uno de los mayores lastres que los españoles hemos sufrido durante siglos.

Es un hecho histórico en la “piel de toro”: aquí desde hace 500 años siempre acaba venciendo lo retrógrado, lo viejo y rancio. Lo que ha empezado a morir en otros países aquí se alza de nuevo en el poder con más fuerza si cabe. El resultado es que, a excepción de contadas ocasiones, somos un país atrasado y que avanza lentamente (cuando no está estancado). En el Concilio de Trento elegimos mal, escogimos la Contrarreforma y eso sumió a España en un gobierno de obispos reaccionarios y caciques que nos condujeron a la oscuridad, donde se quemaban libros, prohibían sentimientos y se odiaba a la misma vida. En la Guerra de la Independencia luchamos, pero la lucha sirvió para poner en el poder a la peor de todas las opciones: el absolutismo más rancio y pobre intelectualmente (“¡Vivan las caenas!”: fue el grito a lo Millan-Astray de esta época). En estas dos ocasiones alzamos al poder al pasado, a lo más vil e ignorante de nuestra sociedad; y desterramos, encarcelamos o asesinamos a las personas inteligentes y reformadoras que podrían haber cambiado y mejorado el estado.

“Es un hecho histórico en la “piel de toro”: aquí desde hace 500 años siempre acaba venciendo lo retrógrado, lo viejo y rancio. Lo que ha empezado a morir en otros países aquí se alza de nuevo en el poder con más fuerza si cabe”


Otro ejemplo de este mal endémico fue la Guerra Civil: donde las dos españas se polarizaron de tal manera que al final de la Guerra Civil cualquiera de los finales nos hubiera conducido al gobierno de una chusma de extremistas hijos de puta, ignorantes y asesinos. Pero bueno, era una guerra, y a mi entender en la guerra sólo pueden ganar los malos: porque los buenos, como Jesucristo, están dispuestos a morir pero nunca a matar por sus ideas.

Ahora que estamos en un cambio de modelo económico y energético que podría servirnos para coger el tren desde el principio y adaptar nuestras estructuras a los nuevos tiempos: tampoco vamos a subirnos a ese tren (de vía ancha para que no entren nuevas ideas por los Pirineos). Un país como España con tantas horas de sol prefiere depender de otras energías más caras y nocivas: sólo por el beneficio de unos pocos. Se persigue a las baterías que producen energía limpia y barata por las mismas razones. No se quiere favorecer la entrada de vehículos que no contaminan, con dependencia de unos combustibles fósiles que los hace tecnología cara y obsoleta. Y todo por la misma razón: ese amor por lo rancio, esa dictadura caciquil y egoísta de nuestras élites económicas y políticas. Pero la culpa nunca fue de ellos: fue nuestra por permitírselo. Y si seguimos consintiéndoselo seguiremos siendo un país atrasado y gobernando por lo intereses de unos pocos. La posibilidad de cambio siempre ha estado ahí, pero siempre hemos elegido el bando equivocado y las razones más pueriles.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí