MIENTRAS LA CIUDAD AMABLEMENTE DUERME…

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No es que uno pene de ese insomnio que, según algunos, resulta pertinaz y recalcitrante (precisando y requiriendo los mal llamados somníferos, que no dejan de ser benzodiacepinas con distintos motes y resultados similares). Ni mucho menos: una vez llegada ‘mi hora’, conforme voy agachando la chola camino de la almohada y antes de rozarla, ya estoy sopa cual marmota antes de febrero.

Pero,a veces, seguramente tal como a usted, se empecina el cuerpo en no dejarse derrumbar para pasar a la quinta esencia de los sueños reparadores. Es muy de vez en cuando pero, cuando me pasa, es desesperante; más que nada porque trabajo en menos de una hora y llegaré grillado hasta el cuarto café por lo menos. Hoy me ha tocado, mire usted por Dios. Para más inri, me da repelús sobar en el catre.

Debe ser por aquello de los ‘ritmos circadianos’ (Premio Nobel de Medicina este año). Estoy seguro.

Entonces me pongo a leer, mientras la ciudad amablemente duerme (o sea, sobre las tres a.m. , y algo de silencio puedo escuchar). A ver si me entra la modorra, pero ni flores.

Y decido leer. Si. Pero cosas de mi oficio. Cosas de esas que, como buen procastinador que soy y seré, digo: ¡Bah…mañana las leo! Pero me las he soplado todas en menos de ocho horas de agripnia impuesta por mis neurotransmisores.

Bueno, todas-todas no. Pero dos, si que si.

Una de ellas ha sido la impresión que ha sacado Milton Packer – un afamado cardiólogo norteamericano y conocido por mi, cachéese en cualquier buscador – acerca de la relación que hay entre médicos especialistas y de atención primaria por allá,  por  la Columbia de Nueva York (por estos lares se ‘deben’ denominar ‘Médicos especialistas en medicina familiar y comunitaria’, que parece quedar más resultón y mucho más enjundioso) al entrevistarse con algunos médicos de atención primaria de por su zona y alrededores (que el hombre ya tiene una edad para mucho trajín viajero).

Y el pobre Milton se echa las manos a la mollera en pura estupefacción y desespero.

Escribe un articulo titulado: Patient Care vs Primary Care: Is There a Problem Here?” (Atención al paciente frente a la atención primaria: ¿Hay algún problema aquí?, pizca más o menos).

Viene a preguntar a los de ‘primaria’, que cómo solucionan problemas como la Diabetes y la Insuficiencia cardíaca. Sigo leyendo y, mi conclusión es que si no le echaron con patada en los glúteos mayores, poco le faltó al bueno de Milton.

Tuvo respuestas de índole distinta pero con final coincidente: ¡Detestamos a los especialistas! Todos le recibieron – o casi- con una mirada muy fría y distante cual bicho repulsivo. Como queriendo decirle sin palabras: ¡Pero tú de qué vas, tío (o broder). Estás bromeando, ¿verdad? 

Un médico de atención primaria le dijo: “Odio a los especialistas, especialmente a los cardiólogos (ay…socorro), son tan arrogantes, piensan que lo saben todo y piensan que yo no sé nada, que no quieren realmente ayudar a la gente, sólo quieren ganar dinero ellos! El impacto le golpeó como un tsunami (sic). Se quedó triste y profundamente aturdido.

¡El bueno de Milton! Lo despacharon con cajas destempladas a tutiplén.

Por lo que escribe Milton (yo siempre le llamé por su nombre de pila, ea) otro médico de primaria le soltó en todos los morros : “Cuando llamo a un especialista porque quiero su consejo, lo único que quieren saber es si el paciente necesita un procedimiento, si les pregunto sobre el uso de los medicamentos, no tienen tiempo para mí. Me cortan bruscamente y me conectan  con una de sus enfermeras … En cualquier caso, es una experiencia terrible y que no pienso volver a hacer. Mira, no hago procedimientos, veo a docenas de pacientes al día, es un desafío imposible, no tengo tiempo ni personal para llenar formularios de pre-autorización (aqui se llaman de ‘interconsulta’). para atender las necesidades de mis pacientes; los especialistas ciertamente no hacen eso ni de coña.

La cosa continúa.

Preguntó, tímidamente y con la pajarita chorreando en sudor (estoy seguro….¡conociéndole como le conozco), que si los médicos de atención primaria estaban preocupados en proporcionar los mejores medicamentos para sus pacientes. Que había muchos nuevos fármacos para la diabetes y para la insuficiencia cardíaca. Algunos eran mucho mejores que los medicamentos más antiguos.

¿Nuevas drogas? el médico de atención primaria continuó. “Hay un montón de nuevas drogas, pero ciertamente no voy a escuchar la propaganda de los representantes de las compañías farmacéuticas, ¡son tan condescendientes como los especialistas! Además, estos nuevos medicamentos son demasiado caros, los pacientes no pueden pagar los copagos y las compañías de seguros requieren todas estas formas. ¡No vale la pena ni los dineros!

Y la cosa sigue y sigue. Pero no quiero -tampoco me apetece, la verdad – extenderme en el tema.

Me ha llevado más de tres horas en leerlo, comprenderlo y partirme la caja con el bueno de Milton con lo que él esperaba oír y las respuestas que obtuvo.

Hablaré con él. Que aunque más viejo – y más maestro – que este servidor, uno también peina algunas canas. Y se conoce ambos ámbitos – especialista y primaria- y está empapado de tanto desatino.

Igual le invito a que dé unas charlas por esta España mía. O, simplemente, a tomar unos potes por mi pueblo, donde también se va a empapar a base de bien. Como le dé un patatús al ver más disparates que allí- que eso es seguro- y calarse de cómo van aquí las tientas, me lo llevo a urgencias, lo abandono en la puerta y que cualquier residente follonero (de esos que te dan lecciones por teléfono, cual si un dios transformado se tratase) le atienda. Ya si eso.

Como ya he comentado, me conozco ambos ámbitos. Primaria menos, la verdad. Pero, si un sufriente (o parecido) te entra a consulta solicitando un “volante” para el trauma, el reuma, el derma y un ‘análisis completo de todo’ (así, de sopetón) a más de una repetición de profusas recetas que no le dan en la farmacia porque están caducadas, sin estarlo, es para decir pues eso…que ahí me las den todas.

 

“Como ya he comentado, me conozco ambos ámbitos. (…). Pero, si un sufriente (o parecido) te entra a consulta solicitando un “volante” para el trauma, el reuma, el derma y un ‘análisis completo de todo’ (así, de sopetón) a más de una repetición de profusas recetas que no le dan en la farmacia porque están caducadas, sin estarlo, es para decir pues eso…que ahí me las den todas. “



Siempre he pensado (y a veces, dicho) que cuando un compañero de tareas primarias agarre un fonendo, debe ser feliz. Digo yo.

¡Ah! Y como no hagas lo que dicen, te montan un expediente disciplinario de mil pares, con empleo y sueldo suspendido, por cualquier soplagaitas que imagina su puesto imperecedero. Que tiene más que el Espartero- o su caballo, o yo no sé ahora…que tengo sueño-.

Y mi buen amigo Milton en las nubes y en completo embeleso. Y yo sin dormir.

Y lo que se me queda en las teclas. Y que ya iré contándolo. Y que…¡para qué seguir!

Bueno si…¡seguiré ! Si solo salgo medio esquilmado de ésta, que es la suya.

Y mientras tanto, la ciudad está durmiendo amablemente. Claro que ya es bien amanecida. Y los botes de cubatas reposan suavemente en mis aceras.

P.S.- Más de mil palabras, Charo Cutillas.

 
 
 

3 COMENTARIOS

  1. Ya que por primera vez me han “callado” en un peridico (El DÍA. el diadigital.com) sin previo aviso. La censura nunca es buena. Máxime si presumes de no serlo jamás.

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