LA PANADERÍA DE LOS LIBROS

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CARTEL PANADERÍA LIBROS EN MADERA
Cartel panadería de libros

 

Reportaje sobre la Biblioteca que ha creado Román Álvarez en la antigua panadería de su padre, en Abelgas de Luna

“Un libro es cultura, es conocimiento y es el mejor compañero en momentos de ocio. Y como decía Unamuno –y yo he citado en alguna parte—‘sólo la cultura da libertad’”. (Román Álvarez)

La historia de Román Álvarez es una historia de amor por un pueblo y por la cultura. Este catedrático de la Universidad de Salamanca tuvo la genial y loca idea de convertir la panadería abandonada de su padre en una biblioteca para su bello y pequeño pueblo: Abelgas de Luna. Ha creado con generoso esfuerzo un lugar donde compartir las historias y saberes que ha ido recopilando a lo largo de su vida.

Abelgas es una pequeña localidad de la montaña leonesa, en el municipio de Sena de Luna. Muy próxima a Babia se podría decir que nos situamos entre Babia y Luna para perdernos en un mundo onírico de verdes pastos y trashumancia.

 

“El pueblo donde uno nace es como la cáscara del alma.”

 


Sus 1300 metros de altitud hacen de este pueblo un lugar de difícil acceso cuando llegan las nevadas y de difícil salida para su treintena de habitantes en época invernal. En el siglo XIII se le concedió el titulo de Villa y fuero propio por el Obispo de León, y hasta los años 70 fue importante centro de pastoreo, contando con el mayoral del rebaño merino de los Hidalgos de Sena. Poco queda de esa grandeza además de su belleza y de algunas construcciones como la Ermita de los Pastores.

En este apartado y singular paraje nuestro buen Román ha reformado y acondicionado un lugar donde ofrecer a sus paisanos una “despensa” de más de 3.000 libros, un punto donde cultivar sus mentes y donde disfrutar del placer de la lectura. Él lo llama “locura de alta montaña”, yo lo llamaría “generosidad de grandeza espiritual”. Abelgas fue cuna de excelentes pastores trashumantes y de grandes perros mastines y ahora es hogar de esta pequeña biblioteca que quiere ser refugio y motivación de sus pocos pero afortunados vecinos.

foto de como ha quedado el lugar
Un lugar confortable

Su objetivo era recuperar la tradición de aquellos filandones donde los mayores además de contar historias leían en voz alta libros en las largas noches de invierno. Unas costumbres que las tecnologías han ido haciendo perder pero que este aventurero profesor quiere recuperar. Para ello va llenado los estantes de esta antigua panadería con ejemplares para todos los gustos : autores clásicos, narrativa y poesía contemporánea, enciclopedias y diccionarios, literatura juvenil, divulgación, drama y hasta casi un centenar de vídeos y DVD. Su idea es ir catalogándolos todos e ir clasificando y distribuyéndolos por categorías. Atrás quedó la época donde se gastó su dinero en arreglar con mucho mimo y cuidado el edificio: restaurar el viejo horno, arreglar el tejado, sanear las paredes, aislar de las humedades y colocar mobiliario e iluminación.

“La gente madura aún conserva el hábito de la lectura. Quienes lo hayan perdido espero que lo recuperen y se den cuenta de que un libro no es una alimaña que se lanza a morder la yugular del que lo abre, sino un objeto del que se puede extraer entretenimiento y placer. Se trata de llegar al elemental goce de la lectura, algo que en muchos entornos está en verdadero peligro, porque hemos delegado en el ordenador la capacidad de pensar y en la televisión la capacidad de imaginar.” 

La entrada es totalmente libre y cada persona puede llevarse en préstamo los libros que quiera. Confía en la gente y no quiere seguir ningún registro ni control específico. “Confío en la gente y estoy seguro de que el libro será de utilidad tanto si es leído como si se usa para calzar un escaño”, afirma con alegría este leonés afincado en Salamanca. Precisamente por no estar la mayor parte del año en el pueblo ha repartido algunas llaves entre los vecinos para facilitar el acceso de quien así lo desee. Unos vecinos que han reconocido su labor nombrándolo Pastor Mayor de los Montes de Luna en años anteriores. Él dice sentirse muy querido por todos y no sólo en la zona de Luna, también en las colindantes Babia y Omaña. Para todos ellos tiene sus puertas abiertas esta maravillosa Biblioteca. Si bien es cierto que en invierno son muy pocos, en la época estival la población de todas estas comarcas se multiplica. Entre estos viajeros hay varios que disfrutan y agradecen esta iniciativa y este regalo de libertad y de cultura.

presentación espacio

“No quiero regalar mis libros a una Biblioteca Institucional. El peor regalo que se le puede hacer a una biblioteca institucional es un libro. Allí, en sórdidos almacenes las cajas dormirían eternamente el sueño de los justos por falta de personal para catalogarlos. Ni hablar. No me he gastado miles y miles de euros a lo largo de mi vida para eso. Ni estimado ni agradecido. Y saldría más caro el guiso que el conejo, por usar un símil pegado al terruño.” 

Además de coleccionista de libros es escritor y precisamente ha dedicado un libro a los maestros de Babia y Luna que se dedicaron a combatir el analfabetismo en estas zonas en el siglo pasado. Unas personas que fueron pagadas muchas veces con ingratitud y con escasa compensación económica a principios del siglo. Incluso después “fueron perseguidos, sancionados, depurados, encarcelados e incluso fusilados”; como nos comenta Román. Este libro, el cual recomendamos encarecidamente su lectura es: ‘Escuelas y maestros (2014)’. Tal vez como continuador de esta labor de transmisión de la cultura ha querido regalar a su pueblo natal su “Panadería de Libros”.

“El pueblo donde uno nace es como la cáscara del alma.”

Esperemos que la fortuna le sonría a este ilustre hijo de Abelgas y que su biblioteca crezca y de ejemplo a otros muchos para crear estos espacios donde el saber y la meditación sean el motor y el fin único. Nosotros vamos a volver a visitarle porque queremos poner nuestro granito de arena y aportar aunque sea mínimamente unos pocos ejemplares. Pero sobre todo queremos volver porque esta Biblioteca es un tesoro en los tiempos que corren. Unos tiempos donde la tranquilidad y la generosidad se echan de menos, donde el compartir y reflexionar junto a tus vecinos es muy complicado. Extraña época la nuestra donde el mundo es global y estamos todos tan bien comunicados pero a la vez nos sentimos muy alejados unos de otros; donde tenemos tanta y tan variada información pero en pequeñas y rápidas dosis, y pocas veces nos paramos a leer un libro al calor de la hoguera. Gracias Román por regalarnos estos pequeños placeres y por recordarnos que a veces es mejor sentarse, leer un libro y volar a paraísos fantásticos que encender la tele y ver el infierno de la simpleza, de la violencia y de la bajeza humana. Gracias Román por hacernos ver que todavía hay gente que cree en esos valores que a veces parecen olvidados, porque otro mundo es posible y sólo con nuestra iniciativa podemos crearlo. No podemos quedarnos sentados esperando que los gobiernos o los dioses bajen a solucionarnos a nada, con nuestro esfuerzo y generosidad podremos crear un mundo mejor.

“Crecerán los libros, muchos colegas me han llamado para ofrecerme cajas de ellos, les gusta la idea.”

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