INDIFERENCIA CONTRA LOCURA

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            La tarde de verano va cayendo en mi tranquilo y pequeño pueblo. Viendo al sol despedirse por hoy, me acerco al frigorífico y como algo ligero para que la cena posterior no se me antoje demasiado copiosa. Después salgo al florido patio de mi casa para disfrutar de un apacible momento de lectura, mientras noto cómo la temperatura del día va dejando paso a la de la noche. Es de las sensaciones más agradables que he tenido.

Sin darme cuenta, la noche se me echa encima en cuestión de minutos. Apago mi libro electrónico y me dispongo a cenar. Me apetece algo fresco, por ejemplo, una ensalada. Y algo dulce para después, como dos o tres onzas de chocolate negro. Me ducho con calma antes de acomodarme en la cama para ver una película en mi ordenador portátil. Cuando acaba, con el fin de relajarme un poco más, leo un capítulo o dos más del libro y, cuando termino, pruebo suerte con el sueño. Caigo rendido en pocos minutos.

Despierto, ya es fin de semana y no tengo la necesidad de madrugar, así que anoche puse el despertador para las 10 de esta mañana. Tras dar varias vueltas en la cama, vacilando con la idea de dar otras cuantas más o levantarme, me decido por levantarme movido por el deseo de desayunar. Bizcochos remojados en leche y algo de embutido recién cortado, para combinar dulce y salado.

De fondo, escucho que en la tele del salón están dando noticias de última hora:

«Una furgoneta ha arrollado a decenas de personas en La Rambla de Barcelona. Por el momento, hay una decena de víctimas mortales y más de 80 heridos, de los cuales 15 se encuentran en estado grave…» 

Acabo mi desayuno maldiciendo mentalmente el estado del mundo actual, repasando lo que yo creo que son derechos humanos fundamentales, asqueado por la falta de educación, conciencia, empatía, coherencia y transparencia de la sociedad, por nombrar algunas de sus carencias más evidentes. Me doy por vencido con esta sociedad y con este mundo una vez más, convencido de que es imposible que se dé una toma de conciencia global en algún momento de la historia de la humanidad. Pensando en las reacciones típicas de una apabullante mayoría de opiniones que hacen a mi alma desplomarse hasta mis pies: «Esto pasa por dejar entrar a inmigrantes», «Yo no soy racista, pero me gusta ser ordenado y que cada uno se quede en su país» … En fin, recojo los restos de mi desayuno y pienso en escribir algo sobre la tristeza que me provoca el estado de la humanidad a estas alturas del cuento.

Pensando en las reacciones típicas de una apabullante mayoría de opiniones que hacen a mi alma desplomarse hasta mis pies: «Esto pasa por dejar entrar a inmigrantes», «Yo no soy racista, pero me gusta ser ordenado y que cada uno se quede en su país» …

Cojo mi móvil y contesto afirmativamente a un mensaje para jugar un partido de fútbol sala esta tarde con un grupo de colegas, y pongo a mi mente en piloto automático sin dar mucho crédito a nada de lo que pasa en este planeta, con el fin de no volverme loco.

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