UN TAL HARHUENDA

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A modo de Introito: 

Este artículo ya fue escrito; por mí naturalmente.

Pero, me viene al pelo el individuo éste a propósito del escrito de Olga Sánchez Rodrigo.

Si  me da por comer sopa, está en ella el muchacho, y si no… también.

Al meollo:

Me gusta tanto el tipejo que cuando sea mayor gozaría pareciéndome a tal figurín. Es la sabiduría hecha persona, mire usted.

Pero, sabiduría de la sabia. El tío sabe de todo; da igual el “tema del día” en los debates radio-televisivos -varios, inaguantables y permanentes- en los que participa; sea cual fuere la materia el tío lo sabe todo y a la perfección.

Tanto domina el argumento a debatir ese día que, por muchos contertulios que participen, si les toca el turno de palabra, el tío se queja amargamente al moderador/a diciendo cosas así como: “… me están interrumpiendo…”, “…tenía yo la palabra…”, “…así es que no se puede…”, “…si no me dejan exponer mis criterios mejor me voy…” (que ni se va, ni se espera que se vaya, claro). Todo esto, eso sí, con incesantes interrupciones al contertulio/a que está hablando en esos momentos.

Con lo cual, o está uno muy pendiente de las intervenciones del resto- incluido el moderador/a- o no oyes nada más que su atiplada voz. Y solo ves su careto con gafas negras y grandes y sus manos en posición de oración nocturna de “jesusito de mi vida”, hablando, quejándose y, sobre todo, interrumpiendo.

¡El debate es mío!, parece creer y hacer creer. O eso me hace pensar a mí, que más que un debate es un monologo cuando no una majadera perorata (entiéndase como oración, discurso o razonamiento molesto e inoportuno, o todos a la vez).

No sé por qué, me recuerda a aquel niñato empollón y torpe, siempre vestido con la misma ropa –el muy guarro- y con maletín de ejecutivo y que fue mi compañero de clase,- que no amigo-, en el INEM (antes se siglaba así: Instituto Nacional de Enseñanza Media); que no solo era repulsivo, es que insultaba su sola presencia. Que no era el “más listo de la clase” ni en sus sueños más perversos; pero- mire usted- daba toda esa apariencia y, para colmo de colmos, la asumía como cierta.

Un imbécil que, cuando Don Ramón (eminente profe de Filosofía) preguntaba al foro (entiéndase aula, de 40-45 alumnos, que lo éramos, y sin quejarse ni dios) algo sobre Sócrates, por un ejemplo, el muy soplagaitas era el primero en levantar el dedo cuando no la manaza entera sin el menor respeto al respetable (o sea, nosotros) para decir algo así como que el tal Sócrates fue un hombre muy malo porque se aprovechaba de los niños y niñas atenienses y por eso lo condenaron a cicutarse.

Don Ramón, educado él, decía: ¡Vale, ¿otra intervención?! Y el capullito de alelí- o de crisantemo- comenzaba con sus aspavientos y gritos atiplados quejándose de que nunca le dejaban terminar, que si era su turno, que se le interrumpía constantemente (y eso que estábamos todos callados en silencio profundo) que si… ¡yo qué sé cuanta quincalla en tan poco tiempo!

Pero es que, si el profe de Biología preguntaba al foro (aula, ya saben) sobre, por ejemplo, “Las variaciones fisiopatológicas de las caimanas del Nilo durante la menstruación”, el tiparraco volvía a levantar el dedo- o la manaza- como si ,no sólo supiese el más ínfimo detalle sobre tal reptil y sus efluvios, sino para impresionar al profe y, per ende, al aula entera. Que al final, ni sabía qué era la menstruación, ni dónde estaba el Nilo, ni qué coño era esa palabreja de “fisiopatológicas”.

Pues sí; este tal Marhuenda me lo recuerda  mucho, pero que mucho.

Tanto es así que, cuando lo vi por primera vez en uno de los debates televisivos- es asiduo de ellos y en distintas cadenas-, pensé ¿mira que si fuera el tontarra del compañero de INEM? Pero creo que no, aunque tengo que investigarlo más profundamente, porque son cual dos gotitas de agua en la estupidez, falta de respeto al respetable y – por supuesto- a la  cortesía y recato.

Lo dicho, el Marhuenda ese, que tanto sale en debates, sobre todo políticos, (pro-pépéro, él) se cree el dios del mambo de los mismos.

Que son tantos los debates diarios y en tan distintas cadenas en los que participa (yo no sé cómo le invitan porque pesaíto es un rato, y creo que por una pasta gansa) que uno se plantea si le quedará tiempo de dirigir su propio Periódico.

“La Razón” (¡cuántas paradojas, señor, señor!) creo que se llama y que hace una defensa incondicional a Rajoy y todos sus edecanes, tengan o no la “razón”, válgaseme la redundancia.

“Lo dicho, el Marhuenda ese, que tanto sale en debates, sobre todo políticos, (pro-pépéro, él) se cree el dios del mambo de los mismos.”

Uno piensa que, como la Razón, en sentido filosófico, sea lo que escribe y lo que habla este chirimbolo en los distintos y varios debates, pues yo empiezo a detestar a Aristóteles y a toda su recua, y además me chivaré a la Santa Inquisición proponiéndole que quemen todos sus libros (los que quedan, que muchos fueron ya quemados allá por el S.XIII y posteriores). Que me borro de admirar a tal supuesto sabio.

Sr. Marhuenda (Francisco o Paco), he cambiado de opinión ¡hala!, de mayor no quiero ser como usted y mucho menos como lo que representa: La payasería mayor del reino español.

P.S.- Y es que me resulta como un pepito-grillo de las narices: si sintonizo RNE, ¡toma!…es debatidor; si pongo “Al Rojo Vivo”…otra de bravas y oído cocina. Y sigue, y sigue…y sigue, como el conejo de las pilas alcalinas.

¡Que angustia, por dios bendito!

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