LA DICTADURA DE LOS ALGORITMOS

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Estos días ha sido noticia la trama a favor del PP en Facebook en la que personas y empresas afines o contratadas por el PP se hacían pasar por simpatizantes de otros partidos para desmovilizar al  electorado de izquierdas.

https://www.eldiario.es/tecnologia/PP-Facebook-simpatizantes-desmovilizar-electorado_0_958554526.html.

montaje Plazabierta.com
Imagen de fondo: Photo by Jakob Owens on Unsplash

 

A raíz de esta noticia recordé una película, BREXIT, en la que Dominic Cummings, el estratega político que fraguó el éxito, se entrevista y contrata a Christopher Wylie miembro de la compañía Cambridge Analytica, quien a través de AggregateIQ (AIQ),  la firma de análisis de datos usó información obtenida ilegalmente a través de Facebook para influir en esas elecciones, y quien aseguró que el Reino Unido no habría votado salir de Europa sin su intervención y que puso a disposición de Cumnings  controlar a 3,5 millones de votantes, que permanecían en el limbo de los estrategas electorales de los dos bloques. Una campaña en la que los euroescépticos manipularon mientras los partidarios de la permanencia se vieron incapaces para detectar las prioridades ciudadanas.

Del mismo modo que Donald Trump o Bolsonaro se sirvieron también de las redes sociales, fundamentalmente Facebook y Twitter, para inclinar la balanza a su favor mediante la manipulación y el uso ilegal de los  millones de  datos que a diario nutren estas redes y a través de los cuáles se establecen patrones y perfiles para dirigir el voto hacía un candidato o hacía una opción política concreta.

Este empleo, de dudosa legalidad, de los recursos informáticos para dirigirse a grupos específicos de electores indecisos o hasta entonces desmovilizados y que han llevado a Trump, Bolsonaro o a los pro brexit británicos a alcanzar la victoria en las urnas, tiene en España sus aprendices de brujo: Javier Ager, militante de NNGG del PP, Javier Barrallo presidente y persona de contacto de la Asociación para la defensa de los intereses de España’ (Adies) y Josep Lanuza, empleado de Aleix Sanmartín, presidente de Sanmartín Group, empresa de consultoría política, este último ha sido fichado recientemente Pablo Casado como gurú de su campaña para ganar las elecciones del 10N después de que asumiera un papel fundamental en la victoria de Juan Manuel Moreno en los comicios autonómicos andaluces de 2018. Sanmartín presume de ser experto en elaborar campañas de desmovilización del electorado de los rivales, y el elemento que une a todos los personajes de la trama de intoxicación bajo una misma estrategia.

Bien, todos ellos han participado directa o indirectamente en una operación destinada a desmovilizar al elector de izquierda haciendo pasar y valiéndose del anonimato identitario de las redes sociales, por administradores de páginas de Facebook, cuentas fraudulentas que proclaman un perfil de izquierda y que pretenden alterar la orientación de ese votante que previamente se ha seleccionado a través de los datos obtenidos en los millones de perfiles que inundan las redes sociales, haciendo posible la obtención de patrones  de comportamientos, en este caso discriminados en función de la orientación politica y asi discernir qué tipo personas son más susceptibles de dejarse influir  por las fake news o noticias falsas a través de los bots, programa informático que efectúa automáticamente tareas repetitivas a través de Internet, cuya realización por parte de una persona sería compleja. 

Aunque existen analistas que opinan que el impacto que producen estas estrategias en el electorado no es tanto cómo preconizan sus creadores, porque mantienen que es más fácil ahondar en el convencimiento de los dudosos y fidelizarlo que hacerlos cambiar la opinion.

Indudablemente nada que ver la trama de Cambridge Analatyca con la chapuza de estos personajes, pero subyace un elemento común, el de intentar manipular unos resultados electorales valiéndose del uso fraudulento de las redes sociales y es aquí donde es preciso regular estas nuevas herramientas para que no sé conviertan en instrumentos de intoxicación masiva.

La vigilancia institucionalizada, ya sean públicas o de las grandes corporaciones digitales, que utilizan las plataformas digitales para predecir nuestras necesidades

https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20191029/ine-movimientos-telefonos-moviles-estudio-estadistica-7705391

 y ofrecernos la mejor opción posible en base a lo que le interese al gran hermano de turno en cada momento. Los algoritmos creados por la aportación de millones de usuarios es la base de la estrategia  de marketing del capitalismo digital, que es capaz de anticiparse a las necesidades o a los acontecimientos, procesos electorales por ejemplo, y bombardearnos durante días con bots sobre los beneficios de votar a uno u otro candidato.

Estamos pues en las puertas de la tecnología de la predicción y esta tecnología está alterando los procesos democráticos. Los reality están invadiendo y transformando las redes sociales y no podemos dejar la democracia al agur de las plataformas digitales controladas por el sector privado y al servicio del mejor postor, analistas, consultores…depredadores de la política. No podemos informarnos a través de ellas sobre los procesos políticos, debemos evitar caer en la dictadura de los algoritmos.

Sí no estamos atentos a estas circunstancias y los gobiernos optan por el marketing digital para alcanzar el poder al final, estos gobiernos terminaran siendo programados por estas multinacionales digitales y en consecuencia los ciudadanos pasaremos a ser miembros de una granja en la que google, Facebook o cualquier otra plataforma será quienes decidan el “estado del bienestar” a aplicar por gobiernos títeres.

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