EL MAESTRO DEL ARTE

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Decía mi maestro, y ya no lo dice porque mucho tiempo ha que murió o mejor sea dicho, que desapareció, que uno no conoce a una mujer si nunca la ha pintado, si no ha recreado con óleos, acuarelas o un simple carboncillo, sobre un fino lienzo o el más sencillo de los cartones, sus labios carnosos, la tez pálida o morena por el viento acunada, el brillo de sus cabellos bajo el sol, o tal vez, bajo la regordeta luna de una noche de verano…..

 

…Si cada pelo del pincel no ha recreado una y mil veces el contorno suave y ondulado de sus caderas, si los ojos no han visto, aún cerrados, el desnudo pubis, perfumada selva del paraíso….Si la mirada de ella, no se clavado de lleno y para siempre en la viva pupila del artista….

Grande hombre era él, ¡Y mejor pintor vive Dios!, que era tan de puro real que yo mismo, Don Diego Velázquez, el que luego fuera pintor de reyes y bufones, y según dicen y seguramente sigan diciendo, bendecido por la mano del propio Dios, dije de él de, don Carlos de Ecija, amigo y también mi secreto Cicerone entre los mundos de la realidad y el sueño y las noches de mujeres hermosas y de vino a raudales, que nunca llegaría a alcanzar, por mil años que viviera la perfección de formas en el pintar que el Maestro de Ecija manifestaba con tan solo una paleta de colores, sus delicadas manos y el conocer incisivo del azul turquesa de sus ojos….”Diego Velázquez?….aprendiz de vos para serviros “ le decía siempre con el mayor de los respetos y la devoción…..Y él reía, mientras me cogía por el hombro y pedía otra jarra de vino…

Entrara yo a su tutela a la edad de seis o siete años, no más…Allí, además de pintar y ser pintado, se duerme, se come, se bebe y de todo se hace, pues los chiquillos que entramos de aprendices, con lo puesto atravesamos la puerta del taller, a lo sumo con una muda limpia de ropa y par de escudos que alguna dama pía, amante de los niños y de los cuadros del maestro soltara en nuestras manos de infantes para pinceles nuevos y aceites de linaza para hacer las mezclas….

Aquel día, primero de Julio, día que nunca olvidaré, siete niños aguardaban a la puerta de su casa, yo uno de ellos…..Madre me díó un beso y con un trapo me sonó los mocos “Algún día mi Diego, serás un hombre grande…:”, tras eso y sin decir más nada dobló la esquina de la calle de la Cruz Rota….

Una señora con más años que el propio mundo, abrió la puerta y nos mandó entrar.

Tras un pasillo lóbrego y sombrío que hacia que de mi joven mente surgieran los mil y un monstruos y pesadillas, un enorme y luminoso jardín con una fuente de una granada en medio se abrió, como las blancas alas de una paloma asustada por el ruido de un trueno lejano…

Y allí estaba él, sentado en la pequeña fuente mirándonos, viendo lo que cada uno de nosotros podríamos dar de sí….

Repartió a cada infante un pequeño cartón y un carboncillo y nos pidió que dibujásemos la fuente tal y como cada uno la viera. Volteó un reloj de arena y esperó….

Después, no pasaría más de media hora, recogió nuestros trabajos y fuera viéndolos uno por uno…

-Este… de quién es? –decía levantando uno de los dibujos con su mano-

-Mío señor –respondió unos de los chiquillos-

-No me vales zagal, gracias….

Así, uno por uno fue despachando a seis de los siete que allí nos encontrábamos….

Finalmente llegó al mío y quedose un buen rato mirándolo….

-A la fuerza tiene que ser el tuyo, no quedamos más que tu y yo…..

No le respondí….

-Porqué has pintado así la fuente? –me preguntó-

Giró el dibujo y me lo mostró…..

Era el ojo de un pájaro grande, negro y brillante en el que se reflejaba, como en un espejo convexo, la fuente de la granada….

-No lo sé Maestro, justo antes de manchar con carbón el cartón ,vi como la fuente se mostraba como de espejo en los ojos de ese cuervo que tiene su excelencia, ahí, atado a ese palo de una pata. Me dio pena pues parecíome que el animal tenía sed….Me sentí pájaro y con el ala, pinté la fuente….

El Maestro no dijo nada, se acercó a mí y sonrío satisfecho…..

Los años pasaron y no aburriré al lector con los cientos de estudios y horas de trabajo bajo luz tenue de las velas en iglesias y en estancias vacias, llenas de mil ideas, de mil locuras…

….Sólo sé que un día también de Julio, Carlos de Ecija, díjome que ya era hora de que la gloria y la fama llamaran a mi puerta, que me había enseñado casi todo lo que sabía y que nunca tenido había mejor maestro por aprendiz…..

-Cuando llegue el momento volveremos a vernos amigo Diego….

Nuestros senderos se separaron y los años casi hiciéronme olvidar los días tan gratos del pasado….

La fortuna y la fama comenzaron a sonreírme por doquier hasta tal punto que fuera llamado por nobles y adinerados burgueses, que fuese nombrado caballero de la muy noble orden de Santiago, que el propio Rey nuestro señor me llamara para ser su pintor….

Pidiome su majestad que elaborase un cuadro de grandes dimensiones en el que quedase de una manera diferente, retratada él, junto con toda su real familia….

….Y así hice. Durante muchos meses fue abriendo con mi pincel el lienzo y sacando los colores y los rostros que ya estaban allí; la estancia iluminada, el aire denso y dulzón de la estancia, el sopor del mastín y la contenida pena del enano….

Uno de los últimos días, solo, mientras daba los últimos retoques a aquel cuadro….él apareció. Como por arte mágico mi antiguo maestro estaba allí conmigo…..Se quedó mirando al cuadro durante un buen rato sin decir nada….Después me miró y díjome……

-Parece que te enseñe bien Maestro, más a esta puerta del fondo le falta algo….trae, déjame tu paleta….

Aún atónito por su presencia le di los colores y el pincel sin vacilar…..

El, mojó con delicadeza tan sólo la punta del pincel con un ligero color pardo, muy parecido al de las hojas de los robles en otoño y delicadamente cubrió con él una pequeña parte de la puerta que al fondo del cuadro yo estaba a punto de concluir…..

-Ahora sí……ya sabes todo lo que sé no puedo enseñarte más…..

En ese momento el mundo se me vino encima y sumido por una especie de trance, caí al suelo, despertando después de lo que me parecieron años en los brazos de unos lacayos que me habían descubierto de esa guisa al traerme algo de comer….

La gran pintura quedó del sumo agrado del Rey y de toda la corte. Otros grandes pintores la alabaron y seguramente la alaben a lo largo y ancho de los tiempos, después de que yo haya muerto y mis blancos huesos sirvan de polvo blanco para pintar estrellas pero, cada vez que miro al cuadro, en el pasillo que abre la puerta del fondo, no dejo de ver la sombra de mi Maestro que va y viene nerviosa dentro de él, salvando a la muerte, seguramente buscando otras realidades, otros sueños y otro chiquillo al que enseñar su saber…

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