LA PECEREA

0
53

 

 

“Vive Julio encerrado, deformando sus cuatro paredes con la libertad que no tiene.

De un lado para otro va y viene desquiciado, moviendo de rápido los ojos y abriendo grande, muy grande su boca, intentando gritar, o qué sé yo.

En las tardes de luz baja, su mundo se vuelve algo más hermoso y yo, yo me quedo mirándolo, con mi nariz pegada al universo que en ese momento nos une; lugar cristalino, desesperado.

Deseo.

A las seis y cuarto, mi nuevo cuerpo de pez, flota hinchado y muerto en la pecerita redonda del salón y Julio me mira mientras que, con su mano, saca delicadamente del agua lo que de mí queda.

-Gracias –dice mientras acaricia mi lomo púrpura-.

-Vamos…

Julio ha cruzado la calle y descalzándose, ha saltado a la playa, andando torpemente hasta la orilla del mar y allí se ha sentado, conmigo aún entre las manos, esperando que al fin la marea, llene de olas la realidad.”

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí