EL REY DESNUDO Y EL CUENTO DE ADAS DEL PROCÉS

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Todo el mundo ha oído hablar del escritor danés Hans Christian Andersen, pero quizá nos falte consistencia para sacar provecho de sus relatos. Así, el célebre El rey desnudo reclama que lo que todos creen cierto no tiene por qué ser verdad. Hay que estar abiertos a discrepar y a que otros discrepen. En la absorbente Cataluña procesista, esto hay que reivindicarlo con decisión. Antoni Bayona fue el Letrado Mayor del Parlament durante los plenos de la vergüenza. Desde las entrañas del procés ha escrito un libro sobre sus vivencias: ‘No todo vale’ (Península).

 

Emocionalmente nacionalista, Bayona es hombre riguroso que se aferra al sentido de la realidad y del deber. Es un doctor en Derecho coherente. Al servicio de una institución plural, sabe que hay que ejercer su oficio con objetividad e independencia de criterio, y lo hace con decencia. Así, “la democracia no es la imposición de la mayoría; es el ejercicio del poder por la mayoría, pero respetando a las minorías y sus derechos”. O “no hay nada tan antidemocrático como negar el valor de un derecho cuyo origen es democrático”. Asimismo no es “ninguna buena señal lanzar a la opinión pública la idea de que el derecho se deja de cumplir cuando a uno le conviene”, un argumento bumerán.

Con finura y temple, Bayona hace equilibrios de ecuanimidad pero es claro y nada ambiguo ante lo que no se puede compartir. Una cosa, dice, es la libertad de defender ideas y promover unos proyectos políticos y otra muy distinta es adoptar medidas contrarias al ordenamiento constitucional. O atribuir al Parlament un poder que no tiene. No obstante, a través de una buena escenografía, se ha hecho creer que la unilateralidad es justa y posible. Hay mensajes distorsionados y falsos, trasladados a la opinión pública “con la inestimable ayuda de algunos medios de comunicación y con otros mecanismos diseñados para darle credibilidad”.

Estar en contra de detener la consulta del 1-O no le impide calificar esa fecha como el “último acto de un proceso de calentamiento previo, que había empezado años antes”, ni calificar de despropósito y chapuza la ruta seguida para la secesión. En España, señala, “no se persiguen las ideas ni la libertad de expresión; por lo tanto, tampoco a los independentistas ni la defensa del proyecto que representan”. Nos va a costar tomar tierra después de este viaje lleno de turbulencias.

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