LAS COSAS SON LO QUE SON

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Muchas veces nos resistimos a como suceden las cosas, sobre todo cuando los acontecimientos van en contra a lo que deseamos, constituyendo esta resistencia una de las causa más importantes de nuestro sufrimiento. 

 

Las cosas son lo que son y, sino las podemos cambiar, lo mejor es relajarnos, no luchar contra la corriente. Siempre debemos ver las cosas con determinada perspectiva, asumiendo que el cambio que pretendemos muchas veces no depende sólo de nosotros sino que deben darse las circunstancias favorables para alcanzar nuestro fin, sino lo hacemos así, nuestro esfuerzo nos destruirá e incluso puede destruir el proyecto por el que luchamos y, lo que es peor, podrá minar la realidad que queremos cambiar, creando un sufrimiento innecesario en los que nos acompañan en este camino de la vida.

Asimismo, debemos ser conscientes que nuestra verdad no es la verdad absoluta, cada individuo tiene su propia verdad, y la suma de todas estas verdades son las que hacen que las cosas sucedan como suceden. Sino destruiremos en vez de construir.

Construir creando destrucción a lo único que nos conduce es a edificar sobre ruinas, arriesgándonos a que se colapse lo que hemos querido hacer a nuestra imagen y semejanza. Somos parte del cosmos y el cosmos como infinito no puede ser limitado por lo finito de nuestras actitudes. El cosmos es un todo que debe respetarse en su expansión.

Si sentimos que tenemos un problema, es que tenemos un problema, por eso verlo con perspectiva nos ayudará a que lo que hoy nos parece difícil mañana no puede serlo. Nuestra felicidad dependerá de que enfoquemos los problemas como un reto, como una oportunidad de aprendizaje. Debemos ser conscientes que de los problemas siempre se aprende. Verlo de otra manera hará que la dificultad ser convierta en otro problema.

Es cierto que el cambio empieza en nosotros mismos y que puede servir para motivar a  los demás a un cambio más favorable, provocando un efecto espejo de nuestras propias actitudes, pero sin empecinarnos a que los demás cambien de la misma manera que nosotros lo hacemos. Debemos respetar el mundo interior de quienes nos rodean, asumiendo que su cambio no tiene porque ser igual que el nuestro. Cada uno tenemos nuestras vivencias y nuestro aprendizaje y no respetarlo estaríamos poniendo barreras al universo.

Debemos abandonar la idea de que las cosas cambiarán cuando las circunstancias cambien, cuando en realidad las circunstancias cambiarán cuando nosotros cambiemos, cuando el cambio opere en nuestro interior. Si en un puzle las piezas no encajan dejará de ser un puzle, operando el caos, por eso tenemos que esforzarnos a que la pieza que somos encaje con la de los demás, no estamos solos, por eso nuestros proyectos alcanzarán el éxito cuando respetemos el orden que permite que todo encaje. 

Erigirnos en el arquitecto del universo cuando en realidad somos unos simples operarios, avocará al fracaso nuestro pretendido proyecto de cambio. No debemos confundir la libertad de pensamiento con el libertarismo, porque pensando que nuestra libertad está por encima de la de los demás está sometiendo al resto a un totalitarismo destructivo.

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