HOMBRES Y MUJERES XL

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Quizá el título de este artículo lleve a muchos a pensar que vamos hablar de hombres y mujeres obesos que tienen que recurrir a tallas super grandes para poderse vestir. Pues no, aunque no descarto algún día tratar este tema, entre otras cosas porque me afecta personalmente al ver que progresivamente aumenta mi peso en parte por falta de deporte o una vida más activa y, el resto porque me resulta difícil contenerme ante un buen plato de comida.

 

 Sin embargo, y para mi desgracia, no se corresponde mi talla de ropa con esa otra a la que quiero referirme que, no es otra cosa que la talla humana, aquella que representa a hombres y mujeres que anteponen el deseo de un mundo mejor al propio de vivir en su zona de confort, dicho de otra manera, en su mundo de yupi con gafas de color acomodaticias para no complicarse la vida.

Podría hacer una relación de grandes  hombres y mujeres que a lo largo de la historia han contribuido a hacer un mundo mejor, pero esa no es la intención, sino analizar el porqué de tanta insatisfacción personal y social.

Resulta penoso que la vida de muchas personas se reduzca a lo puramente material o a la satisfacción inmediata de sus deseos, reduciendo su vida a actos de un mero transitar por el mundo con las orejeras puestas y en línea recta, persiguiendo esa zanahoria que le han colgado delante de sus narices, que nuca llegarán a alcanzar pues ya se han encargado de colocársela de manera que no pueda cogerla para vivir en una continua frustración que le prometen solucionar con panaceas, ideologías, religiones, dogmas o mediante un consumismo de insatisfacción continúa.

Así somos las mayoría de las personas, nos definen o delimitan un mundo ficticio donde la felicidad se relaciona con poseer, consumir, o peor aún, vivir de puertas para adentro, donde el resto del mundo no importa. Sin darnos cuenta y, aquí radica el gran problema de nuestra sociedad, que nuestra falta de compromiso por transformar el mundo que nos rodea, nos está llevando a un precipicio, tanto emocional, en lo que respecta a nuestra persona, como también social.

Sólo tenemos que detenernos  un instante para observar que el mundo que nos rodea es un mundo de insatisfacción constante que nos lleva a una conducta compulsiva no sólo de poseer cosas, sino también, porque somos incapaces de encontrar nuestro sitio, no como el lugar en el que uno se establece para vivir, sino como seres sociales, como parte integrante de algo mayor al que no podemos sustraernos, porque queramos o no, depende como funcione nuestro entorno social para que nuestras vidas sean mejores o peores.

La falta de implicación social de quienes individualmente formamos parte de esta comunidad de vida hace que ésta se anquilose, o peor aún, se vayan formando corpúsculos tóxicos que, al final, repercuten en nuestra existencia como individuos, donde las ideologías nos constriñen a ciertos comportamientos antisociales por su radicalidad o confrontación.

Entonces ¿cuál es la solución para mejorar nuestra pobre existencia?

En principio evitar los extremos, la confrontación y la dispersión que tanto interesa a quienes llevan las riendas del poder con el objeto de atraer a simpatizantes que les elijan, conscientes que el en el caos por ellos mismos creado con unas cuantas migas de pan son suficientes para arrastrar a los insatisfechos.

La razón nos lleva a comprobar que dos fuerzas antagónicas ejercidas sobre un objeto al final al final éste termina rompiéndose, siendo esto lo que está pasando en las sociedades actuales, tanto democráticas como dictatoriales, en las primeras por la diversidad de partidos contrapuestos sin el mínimo deseo de cambio mediante políticas de confrontación o porque carecen de las ideas y capacidad suficiente para conseguirlo, y en las segundas porque todo poder absolutista implica por necesidad y naturaleza una resistencia.

Es por ello que, el cambio social debe partir de un cambio personal, en una asunción de derechos y deberes necesarios para que el sistema funcione, evitando los abusos de poder. Cambio personal que consiste simple y llanamente en ser mejores personas, en potenciar la generosidad hacia los demás, la tolerancia, en sentir a los demás miembros de nuestro entorno social como parte de un todo que es también nuestro.

¿Utopía?, no…, sólo basta con convertirnos en hombres y mujeres XL, con valores, principios y un sentimiento social, con el convencimiento que individualmente cada uno de nosotros somos células sociales que solo mediante una simbiosis de transformación interior personal podemos conseguir un mundo mejor.

Sino lo intentamos, aunque nada más sea por alcanzar nuestro equilibrio personal, nunca comprobaremos que el cambio es posible. Grandes hombres y mujeres lo hicieron y lo consiguieron. Esa será nuestra legado para quienes vengan detrás, para nuestras familia y amigos. Poco a poco podemos conseguir que las cosas cambien sin esperar a que otros lo hagan, porque todos como seres sociales tenemos el deber de hacerlo.

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