UNA NAVIDAD EN UN MUNDO AUSENTE

0
62

 

 

Hoy es noche buena y mañana navidad, dame la bota María que me voy a emborrachar. Tal vez eso es lo que hiciese sino fuera porque no estoy solo, emborracharme para olvidar, sentirme ausente como mi padre desde hace algunos años, tú, vivo, pero ausente por esa enfermedad que te ha condenado a vivir sin recuerdos. Una enfermedad tortuosa y cruel. Una enfermedad de la que no sé si la consciencia intermitente te genera sufrimiento. El mío no importa, el tuyo sí. Yo lo administro como puedo, aunque a veces me derrumbe como hoy, porque mis besos en tu cara no han llegado a tu corazón,  que al mío destroza.

Los recuerdos me invaden. Veo tus desvelos por mí en los momentos de esta vida que me hicieron estar en el subsuelo. Tu compasión y compañía cuando estuve perdido y sólo. Tu generosidad incondicional. Tu amor sin límites, aunque en ocasiones con ese chantaje emocional de quien no sabe pedirte el amor de otra manera. Tu consuelo cuando estuve enfermo. Tus desvelos al píe de mi cama.

 Todos son recuerdos, los recuerdos que tú ya no tienes, papá, y que si los tienes no sé dónde se encuentran. Siento que cuando aún te comunicabas conmigo me llamaras mal hijo por sacarte de tu casa y dejarte en ese sitio convertido en un almacén de almas perdidas, donde los cuidados especializados sólo sirven para mantenerte vivo. Siento que tus cuidadores son mejores que yo.

 Padre, perdóname por no saber sentir tu amor ausente. Padre, perdóname por no poderte cuidar. Padre perdóname por no saberte amarte cuando demandaste mi amor. Padre perdóname por no saber penetrar en tu mundo sin recuerdos. Padre perdóname por sufrir egoístamente porque no te tengo.

Padre, te amo, pero tú ya no lo sientes. Padre, te necesito, pero tú ya no puedes saberlo. Padre, cuanto me gustaría que me devolvieses los besos que te doy. Padre, echo de menos la navidad a tu lado, verte en ese sillón orejero, el derecho, al lado del de mi madre cantando  villancicos, comiendo los mazapanes y el turrón con nuestras regañinas porque temíamos que no quedasen para nosotros, llorando por recordar a los ausentes.

Padre, no se si he sabido amarte, no se si he sabido ser el hijo que esperabas. Padre, que egoísta he sido por anteponer mis deseos y necesidades a las tuyas, por esos momento en los que te regañaba porque no sabía entenderte, porque no comprendía tu enfermedad. Padre, cuanto daría por tenerte de nuevo conmigo.

 Padre, feliz navidad. Aunque ahora no sepas el día en el que vives. Ójala sintiera que eres feliz por un momento y que vuelves a estar conmigo.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí