EL RÉGUMEN DEL 78 Y LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

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Hoy es el día de la Constitución, que si nos gusta a los españoles es por el día de descanso y el puente que en ocasiones podemos hacer con el día de la Inmaculada, disfrutando de un largo fin de semana, como éste.

Por lo demás, hablar de la Constitución, aparte de conseguir rallarte es perder el tiempo, porque creo que la mayoría coincidimos que estamos ante un texto obsoleto en algunos de sus títulos, como el segundo dedicado a la Corona, el tercero a las Cortes Generales, el octavo a la Organización Territorial del Estado y el décimo a la reforma constitucional, fundamentalmente.

Empezando por la regulación de la Corona, no es la primera vez que manifiesto mi oposición a esta forma  política del Estado denominada monarquía parlamentaria, porque no entiendo que pueda existir un jefe del que Estado que no lo sea por elección dentro de una democracia, aunque, como español manifiesto mi lealtad por lo que representa, aunque como republicano lucharé por que las cosas cambien, máxime cuando el comportamiento de los miembros de la familia han dejado mucho que desear.

Respecto a la Organizacion territorial del Estado, resulta manifiesto que las Comunidades Autónomas denominas históricas reclaman cada vez más competencias propias, reivindicando su independencia la del país vasco y la catalana. Además de la cada vez menos solidaridad entre las distintas comunidades,  como principio básica en la relación entre ellas, reclamando el trozo más grande de la tarta quien más contribuye a la hacienda pública por su mayor productividad lo que se traduce en una PIB y una renta percápita mayor.

Es necesario una reforma constitucional, porque una constitución tan rígida  y blindada como pone de manifiesto su título X, donde se exige una mayoría cualificada de tres quintos de ambas Cámaras para llevarla a efecto, esta provocando su desfase respecto a las respuesta que plantean las demandas sociales.

Sin embargo, creo que quienes demandamos una Constitución más social y menos blindada, no sólo queremos una mera declaración de derechos y libertades que no se llevan a la práctica,  pero nos vamos a quedar con las ganas porque los partidos mayoritarios fruto del régimen del 78, están muy bien donde están, habida cuenta que  una constitución tan programática como la nuestra la pueden manipular a su antojo, como así es, prostituyendo el sistema sin reparo, ni vergüenza.

“Es necesario una reforma constitucional, porque una constitución tan rígida  y blindada como pone de manifiesto su título X, donde se exige una mayoría cualificada de tres quintos de ambas Cámaras para llevarla a efecto, esta provocando su desfase respecto a las respuesta que plantean las demandas sociales.”

Estamos de acuerdo que las leyes están para desarrollar los derechos, libertades y obligaciones que la Constitución proclama, pero ahí está la manipulación política que, sobre todo en legislatura con mayoría absoluta del partido del gobierno que mediante la técnica del rodillo legislan a su antojo, además de ser  interpretada por un Tribunal Constitucional cuyos 12 miembros,  nombrados por el Rey; cuatro a propuesta del Congreso por mayoría de tres quintos de sus miembros; cuatro a propuesta del Senado, con idéntica mayoría; dos a propuesta del Gobierno, y dos a propuesta del Consejo General del Poder Judicial, éste último cuyos veinte miembro,  llamados vocales, también son nombrados por el rey, elegidos por las Cortes Generales (Congreso y Senado) entre jueces y juristas de reconocida competencia y, un  presidente, que  es a su vez Presidente del Tribunal Supremo, designado por el Pleno del Consejo en su sesión constitutiva, el cual obviamente también lo es de designación política en cuanto que lo son quienes lo eligen. Siendo, por ello, que no puede hablarse de un poder judicial totalmente independiente, lo que hace que sus resoluciones sean cada vez más cuestionadas por los ciudadanos.

Las elecciones de nuestros representantes políticos, no constituye un sistema electoral auténticamente democrático, en el sentido que cada persona no es un voto, en aplicación de la Ley D’Hont,  de cálculo proporcional que divide el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos con los que cuenta cada circunscripción, beneficiando de esta manera a los partidos mayoritarios como el PP y el PSOE, quienes acordaron una reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General para blindar su mayor representación frente a los partidos minoritarios. Sistema electoral que, en definitiva, es el origen de todos los males en cuanto a una auténtica separación de poderes.

Ya, a principios de año, el PP en su sistemático bloque de cualquier reforma que provenga de otro partido y el PSOE, cómodo en su situación, máxime siendo ahora el partido del gobierno, frenaron una reforma de un sistema electoral más democrático a propuesta del C´s, aunque tal vez su matrimonio de conveniencia con Unidos Podemos se plantea una vía de reforma a propuesta de éste.

En definitiva, un día como en el de hoy hay poco que celebrar, tan solo el paso de un régimen dictatorial a otro que no lo es tanto, pero en el que los ciudadanos cada vez nos sentimos más indignados porque estamos viendo que no se da respuesta a las demandas sociales que reclaman un democracia más auténtica que la que tenemos ahora que se traduce en una oligarquía de partidos políticos.

Hoy debería ser un día en que los diferentes partidos, sobre todo los mayoritarios hiciesen autocrítica, en vez de pelear continuamente entre ellos para atraer más votos, denostando sin reparo a los contrarios, lo que se traduce en un circo mediático cuyo mayor manifestación encontramos en las Cortes Generales, con ataques la mayoría de las veces personales en vez de la actuación política.

Al final, todo se traduce en un sistema corrupto, un sistema dividido socialmente entre ricos y pobres, donde se protege a los primeros en detrimento de los segundo, con una macroeconomía que hace aguas por todos los lados, puesto que no se lleva a cabo un reparto equitativo de la riqueza, donde la banca y los empresarios cada vez multiplican exponencialmente sus beneficios explotando a las rentas mínimas, con salarios y trabajos cada vez más representativos de una explotación o esclavismo laboral.

Pero, esto es España y, así somos los españoles, personas indignadas de puertas para adentro o en la barra del bar, entretenidos por los políticos en contiendas que no van a ninguna parte pero que mantienen viva la confrontación, para que el ruido tape su ineptitud y, por ende, su ineficacia en la gestión de lo público. En definitiva un tótum revolútum donde no hay quien se aclare con una inseguridad jurídica cada vez mayor.

 
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