EL VIA CRUCIS CATALÁN Y LA RESACA DE UN PUEBLO DIVIDIDO

1
58
Fuente foto: Eldiario.es
Claro que resulta penoso lo vivido ayer  en Cataluña, penoso porque es el fruto de la falta de diálogo entre el gobierno del Estado y el Gobierno de Cataluña, no porque las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado hayan cumplido con su deber que, no es otro que cumplir y hacer cumplir la Ley, y consecuencia de ello, las órdenes dadas por los Tribunales de Justicia, sin que por ello se pueda justificar determinadas cargas, posiblemente desproporcionadas, al igual que desproporcionado ha sido el comportamiento de determinada parte de la población civil, promoviendo acciones violentas contra los garantes de la seguridad, eso sin contar la violencia que entraña querer cumplir con un derecho sin amparo legal como es la celebración de un referéndum contemplado constitucionalmente y desarrollado por la Ley Orgánica 2/1980, de 18 de enero, sobre regulación de las distintas modalidades de referéndum, cuya convocatoria corresponde exclusivamente al Estado.

La esquizofrenia política de la que adolece el govern catalán descalifica y privan de legitimidad a este espectáculo esperpéntico que hemos contemplado todos los españoles, hablando de la violación de derechos fundamentales con amparo en la Constitución de 1978, esa misma Constitución que ellos se tratan de cargar. En definitiva un uso acomodaticio de un derecho constitucional, según de donde venga el viento, para amparar pretensiones que dudo compartan la totalidad de los catalanes.

No sabemos si es peor la ignorancia o la osadía, lo que si es cierto que la segunda en la mayoría de las ocasiones es consecuencia de la primera, porque en este caso los secesionistas invocan el derecho internacional para justificar un referéndum prohibido por el derecho interno, ese derecho de naciones al que, efectivamente está supeditado el nuestro como es la Carta de Naciones Unidas, concretamente  su artículo 2, así como el artículo 1 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos o a la propia Resolución 2550 de Naciones Unidas de 24 de octubre de 1970; porque si bien es cierto que estas Normas internacionales reconoce el derecho de la libre autodeterminación de los pueblos, sin embargo, este derecho está supeditado a la concurrencia de una serie de circunstancias que olvidan mencionar.

Un derecho de autodeterminación que estando reconocido a la población de los Estados, los fideicomisos y los territorios no autónomos, sin embargo, no autoriza, y mucho menos fomentan “acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes (…) dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivos de raza, credo o color“.

Por otra parte, citan  los independentistas, entre ellos Oriol Junquera, como ejemplo la acción de autodeterminación llevada a cabo en determinados Estados de nuestro entorno europeo, citando como la más próxima la de Irlanda, cuando existe una diferencia fundamental con la de Cataluña, como es el hecho de que la Constitución Británica contempla este derecho de secesión, cosa que no hace la española. Por consiguiente, nada más podríamos invocar tal  si nuestra Constitución lo contemplase, lo cual impone su modificación para poderlo llevar adelante.

Frente a cuestiones legales, no debemos olvidar la razón como medio necesario para solucionar un problema que en este país se lleva arrastrando desde que la Constitución española fuese promulgada, que sin entrar en disquisiciones acerca del acierto o desacierto de la organización territorial del Estado en Comunidades Autónomas, basada en una pretensión de un Estado federal de saldo, que continuamente ha sido objeto de confrontaciones en un reparto de competencias y medios de financiación no iguales para todos. Razón cuyo imperativo es necesario en un momento en que las personas de dentro de Cataluña partidarias del independentismo y las de fuera, defensoras de la indivisibilidad constitucional del país, de la que también participan muchos catalanes, piensan más con las vísceras que con la cabeza, excrementando más que buscar fórmulas que supongan un acercamiento de posturas.

“Razón cuyo imperativo es necesario en un momento en que las personas de dentro de Cataluña partidarias del independentismo y las de fuera, defensoras de la indivisibilidad constitucional del país, piensan más con las vísceras que con la cabeza, excrementando más que buscar fórmulas que supongan un acercamiento de posturas.”


Ahora viene la resaca, que cesen los insultos, que cese la confrontación violenta, e impere la razón y el dialogo, eso es lo que pedimos muchos, catalanes y no catalanes, porque si la cerrazón de los protagonistas en esta historia, gobernantes y gobernados no cesa, si no se buscan alternativas estaremos en un contencioso que no cesará nunca, porque solamente hay un camino para legitimar cualquier tipo de actuación en un sistema constitucional que no es otro que el Estado de Derecho.

Eso que defiende algunos que para que venza la paz primero hay que hacer la guerra, no supone más que otra de la manifestación de la incontinencia diarreica de quienes quieren que impere el caos y la sinrazón sobre el orden y la convivencia pacífica. En este sentido recodar las palabras del líder de Podemos que se comprometió a la reforma de un sistema dentro del sistema, palabras que muchos de sus acólitos y seguidores parecen haber olvidado, incluso el propio Pablo Iglesias, quien prefiere últimamente ponerse del lado de la ruptura constitucional, pasando por encima de toda la oposición de Parlament en una promulgación de Leyes vetadas por sus propios servicios jurídicos.

 

1 COMENTARIO

  1. La total ignorancia es el amparo de los que se hacen llamar independentistas, promoviendo movimientos en masa con el conocimiento de que la “masa no razona” que con que exista un alborotador, basta para terminar una concentración pacífica en una locura. El conocimiento es poder y el gobierno central se ha escudado en alegatos jurídicos validos pero enrevesados para una población que actúa por sentimiento y viceralidad. Bastaría con hacer un esfuerzo político y explicar con palabras llanas y sencillas, las reales consecuencias de una República Independiente Catalana, los ciudadanos de a pie que despotricando sobre el estado español y nos llaman a los que no somos catalanes cualquier cosa menos hermanos. Explicar seriamente que sucedería con las instituciones, universidades, colegios, hospitales, servicios sociales y derechos que ampara para “todos” la constitución española. No existiría atisbo de independentismo ninguno ya no por el bien común de todos, sino por el propio beneficio de los que son catalanes y españoles a la vez.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí